Iñaki Revuelta Lertxundi

La impunidad disfrazada en secreto

Es de sobra conocido el poder de los Estados para ocultar sus «tejemanejes» a la hora de resolver problemas internos, en el caso de España donde estamos obligadamente integrados no es una excepción. Como pueblo vasco hemos conocido múltiples tropelías y oscuras andanzas de diferentes gobiernos, conociendo en primera persona sus «cualidades» para formar grupos de mercenarios para torturar y asesinar gente con dinero público, utilizar las más profundas y sucias cloacas para anular las ansias de libertad de las diversas identidades nacionales, en fin, sus intentos por desviar y allanar el terreno para su eterno deseo de ser un poder autocrático. La democracia, esa de que tanto se les llena la boca, quedó lejos, muy lejos de lo que verdaderamente significa. Aunque se vistan de bellos colores, con bandera feminista, ecologista y demás lemas venidos del Imperio, su podredumbre no solo les delata, hace que incluso a muchos revolucionarios de verdad nos produzca un grandioso malestar estomacal, nos conduce a equiparar el odio a la ultraderecha con ellos. Su torpeza, su quietud y su complacencia, a mi humilde parecer, están haciendo resurgir y posiblemente alcanzar en breves el poder a quienes humillaron tanto a los míos y a tantos compatriotas. No debemos relajarnos, tenemos que exigir con contundencia a quienes dicen ser nuestros representantes (aunque yo lleve ya tres años sin votar, eso no conlleva no apreciar a mucha gente y colaborar cuando lo vea preciso) y que den un golpe en la mesa y que eso es inamovible, esa ley debe ser anulada. No hay secretos para la sociedad, menos para que resulten impúnes delitos sangrientos y execrables amparándose en la legalidad del invasor. Esperemos que más pronto que tarde, sin ir más lejos, el próximo 27 de septiembre, si mis hermanos Martxelo Alvarez de Ahaztuak y Diego Paredes y demás familia quieren, pueda volver a cantar ese "Viento de Libertad" a la memoria de «Txiki», sin ninguna impunidad en forma de secreto.

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