Javier Orcajada del Castillo | Bilbo

La ley de Malthus y los estrategas vascos

El clérigo T. Malthus en 1798 en su "Ensayo sobre el principio de la población" expresó lo que después se conoció como Ley de Malthus: «La población crece en proporción geométrica, pero los recursos en progresión aritmética». Fue declarada falsa por motivos morales por los opuestos a los controles de la natalidad con argumentos a priori forzados, pues encubrían su afán de enriquecimiento por medio del consumo en masa. Ahora en los países desarrollados hay exceso de población, no hay recursos suficientes y el paro estructural pone en peligro la supervivencia de la humanidad. En el Gobierno Vasco descubren sorprendidos que la pirámide de la población se ha invertido; que nacen pocos niños y la esperanza de vida es creciente envejeciendo la población. Es una evidencia sin solución, salvo la tradicional de provocar guerras destructivas cada 50 años con 60/100 millones de muertos y con la demanda asegurada para la reconstrucción. Los vascos somos buenos administradores y gestores porque esa función consiste en desarrollar sistemas productivos para que las empresas evolucionen técnicamente, se mantenga el empleo y sus propietarios ganen dinero. Sin embargo lo complejo es prever el futuro con acierto y actuar en consecuencia. De hecho los grandes bancos han fracasado en sus estrategias y han debido ser rescatados con fondos públicos a pesar de los genios que los han dirigido. Porque la estrategia requiere mentalidades imaginativas, reflexivas y se tomen decisiones correctas. Los vascos no somos estrategas: quizá Ignacio de Loyola y Arrupe, curiosamente ambos jesuitas. Y siendo benévolos se podría citar a algunos empresarios en siglo XIX y parte del XX. El Gobierno Vasco, ante la sorpresa de crecimiento negativo de la población, que debería haber previsto hace muchos años activando medidas correctoras del desastre, se le ocurre como estímulo a la natalidad dar mil euros con cargo a los presupuestos o tres meses de vacaciones posparto a progenitores que lo soliciten. De esta manera tan ingenua esperan solucionar el problema. Les convendría viajar a los países nórdicos que han diseñado una estrategia para afrontar el problema. Aquí el Gobierno Vasco se limita a iniciar rogativas y acusar a Madrid de no transferir esa competencia. Sería aconsejable evitar acudir a los estrategas militares, pues ya conocemos como acaban sus profundas reflexiones.

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