Javier Orcajada del Castillo

La lógica de Platón

Platón es socio del txoko y su pasión es la lógica: todas sus ideas las somete a un implacable proceso mental. Por eso le llamamos Platón y se siente orgulloso, aunque a veces su lógica le haga malas pasadas. Pero es la servidumbre que tiene que pagar por ser cartesiano. A veces es desesperante, pero al final todos los amigos reconocemos que es buen dialogante. Respecto al referéndum de Catalunya su criterio es que no se puede votar si no lo permite una ley, pues sería un acto nulo. Le contesta uno que está a favor de las tesis catalanas: «Entonces, ¿qué hacemos los que queremos votar?». Responde Platón: «pues trata de cambiar las leyes para que puedas ejercer ese derecho. En una democracia siempre es posible». «Interviene el escéptico: tratar de modificar la Constitución española es imposible pues todo son cerrojos». Claro, responde Platón: «es que los estados no quieren que sus territorios se quiebren, por eso ponen todas las trabas posibles para que cualquiera no pueda largarse tranquilamente, pues su salida afectaría a todos los españoles, por eso es necesario que decidamos todos. Que alguien quiera separarse va a crear un trauma a los catalanes que quieren seguir siendo también españoles, de ahí que lo mejor es seguir como hasta ahora» sentencia Platón. «Hay que crear las condiciones objetivas para que se pueda tomar una decisión que sea aceptable para todos. No en vano llevamos cientos de años juntos. Por eso es necesario hacerlo con la ley». Interviene Joan, el catalán: «Pero, Platón, y por qué no deciden también los habitantes de otros países, pues también les afectaría mi marcha de España. Según esto no podría moverse nadie en el mundo. No estoy conforme porque yo, que soy independentista, llevo viviendo frustrado sin poder expresar mis sentimientos porque no me dejan en España. Somos tres millones que votamos independencia». Responde Platón: «no, sólo votaron, y de forma irregular, 2,3 millones, por lo que hasta los 5.5 millones del censo, están en contra unos 3,5 millones». «Ah, ¿o sea que tú a los que no han votado les consideras contrarios a la independencia? No olvides que la fuerza pública incautó urnas conteniendo un millón de votos. No es serio tu argumento, Platón. Quien no ha votado no tiene nada que argumentar: se ha marginado y a esos efectos no existe. Que mi futuro como catalán esté condicionado a lo que decidan en otro lugar, llegaríamos al absurdo de que Rajoy podría aducir perjuicios por votar en sus propias elecciones a los alemanes, los japoneses o los de Madagascar. Eso no puede ser, la vida es dinámica y siempre afectará a alguien. Por eso, no sería lógico permitir votar para conocer la voluntad de la ciudadanía?». «Pues, no –responde Txepetx– porque si votan los catalanes, decidirán la independencia y es la única opción que no se contempla». La conversación fue ordenada gracias a Platón. Pero en la cena reconoció que la lógica en ese caso creía que no era de aplicación, pues los afectos y sentimientos no operan con la razón. Al final dijo que estaba de acuerdo con que los catalanes y los vascos y todo el que sea demócrata y ame la libertad debería tener el derecho a casarse y divorciarse, a cambiar de vivienda, a votar a quien le parezca…, con tal de que no afecte a la libertad de los demás. Platón vota al PSE.

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