Oskar Fernández García

La mezquindad materializada

Han transcurrido millones de años desde que aquellos lejanos homínidos se vieron impelidos a abandonar la seguridad que les proporcionaba la verde densidad arbórea, para adentrarse en la insegura e inquietante sabana, donde los depredadores se constituyeron en su pesadilla atávica. Desde entonces el género humano no ha conocido la paz y el sosiego.

El verano del 2014 constituye uno más de los capítulos de una historia interminable de atrocidades y horror, desatada por la especie que se supone el cenit de la “evolución”. El terror, la desolación y la devastación del Ejército sionista contra la franja de Gaza dejó marcada una cruel y brutal huella indeleble en los y las gazatíes. Los organismos internacionales contemplaron la brutalidad en estado puro, desatada contra el pueblo palestino, con una actitud abúlica y de sumisión impropia y reprobable por su estatus. Mientras tanto a millones de seres humanos, a lo largo del planeta, se les desgarraba el corazón ante la auténtica Apocalipsis que día y noche se cernía sobre las vidas y bienes de la población Palestina. La oligarquía israelita y el Gobierno sionista bombardearon durante semanas de manera inmisericorde a una población que no tenía ni a dónde huir ni en dónde refugiarse. La inmensa mayoría de las víctimas se encontraban entre la población civil y de ellas centenares eran niñas y niños. El odio, la crueldad, el fanatismo y la venganza –todos ellos valores tan democráticos– bombardearon con saña y maldad barrios enteros, infraestructuras fundamentales: depuradoras, centrales hidroeléctricas, saneamientos, conducciones de agua potable, hospitales, escuelas de la propia ONU, ambulancias… extendieron el horror y el terror por todo un territorio ocupado, por una población absolutamente indefensa, obligándola y sometiéndola a vivir en una auténtica ratonera. La desolación total se adueño de Gaza, transformándola en una escombrera gigante, haciéndola retroceder a la noche obscura del medievo.

Ante un sufrimiento tan insoportable y una injusticia de proporciones apocalípticas la Diputación de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de Donostia –gobernados por EH Bildu– emprenden una campaña solidaria con Palestina, destinada a la compra urgente de equipos médicos para los hospitales bombardeados. La Diputación de Bizkaia y el Ayuntamiento de Bilbao –gobernados por el PNV– permanecen ante la inhumana atrocidad abúlicos y anodinos. Los y las concejales de EH Bildu del Consistorio bilbaíno –entre otras medidas de solidaridad con el pueblo palestino–– cuelgan la bandera de ese Estado en la ventana de su despacho municipal; mientras tanto Gaza se desangraba, se la masacraba y, lo peor, se borraba hasta su futuro. A los y las concejales jeltzales, al alcalde –Sr. Ibon Areso– y a la cúpula dirigente del PNV les debió parecer una aberración la acción de mostrar la enseña palestina en la fachada del Consistorio bilbaíno, ya que su alcalde –se supone que con el beneplácito de todas las personas citadas anteriormente– ordenó y llevó a cabo la retirada de esta, sabiendo y siendo consciente que esa bandera suponía simple y llanamente un lazo de afecto, un grito picassiano desgarrado ante la barbarie sionista, una gigantesca cascada de lágrimas ante el genocidio que se abatía sobre la población civil, una denuncia cargada de humanidad ante la insoportable indiferencia de la arrogante Europa.

Durante estos días cualquiera puede contemplar una pancarta de franjas rojas y blancas, desarrollada horizontalmente, que preside solemnemente la fachada principal del Ayuntamiento de Bilbao, con el lacónico mensaje “Bilbao zurekin”, refiriéndose, evidentemente, a la final de la Copa española. Y la comparación se hace dolorosamente inevitable. Ese icono de humanidad, solidaridad y denuncia que desplegó EH Bildu en los albores del mes de agosto de 2014 fue cercenado y anulado, pero ahora no existe ni el más mínimo problema, sino muy al contrario el regocijo absoluto, para enarbolar los colores de un equipo de fútbol en un lugar prominente, protocolario y determinante.

En efecto, estos son los hechos de los que hace gala la cúspide dirigente del partido autonomista por antonomasia de Vascongadas. Hechos que les debieran de remorder la conciencia e impedirles conciliar el sueño, provocándoles interminables noches de insomnio y pesadilla, por la inhumana, increíble y nefasta actuación que tuvieron ese infernal agosto. Si no se tiene una mínima sensibilidad ante la atrocidad desatada contra todo un pueblo, si se carece de unos rasgos mínimamente humanos ante una tragedia de colosales dimensiones, ¿cuál es la calidad humana, social, política, internacionalista… de las personas que deambulan por los siniestros, obscuros y lóbregos pasillos de Sabin Etxea?

La luz, que nos puede redimir ante la barbarie, se irradia de las actuaciones, del pensamiento, del trabajo, de las ilusiones y de los proyectos que albergan en sus corazones las mujeres y hombres que conforman EH Bildu.

Bilatu