Enric Vivanco Fontquerni | Barcelona

La muerte

En la civilización del «yo» como la esencia que todo gira alrededor de lo mismo, la muerte se esconde de forma fraudulenta, y se intenta olvidarla a través de la posesión de objetos, y se procura esconderla por medio del disfrute de bienes materiales, y de seres humanos, en prácticas muchas veces delictivas. La muerte vista desde la mirada de nuestro pequeño mundo, significa que «la muerte no es el otro». Se busca una causa que la justifique, o que la fundamente, la solución estriba en, «ir a la muerte en lugar del otro», pero como la muerte es intransferible, la muerte se reduce al final del ser, cuyo dilema es, «el ser nada», conduce ineludiblemente a un fracaso humano. En el momento que la muerte es un ser de pocos meses, y en un espacio de de horas, dos humanos sin ninguna historia, fallecen uno por malos tratos, no detectados a tiempo, y el otro por un accidente, que siempre son indicadores que los humanos piensan que los entretenimientos están descontextualizados de la civilización que se construye diariamente. Un titular de un diario conservador suizo, que sigue haciendo periodismo, y no el folclore indecente que las instituciones se prestan, para seguir conservando los votos, que en definitiva son las prebendas que roban la libertad, y la democracia para todos, y no como numerus clausus, como sucede en toda Europa, se prestan a toda una mascarada, con el dinero de unas marcas rellenas de maldad, poniendo la voz y la cara personajes, que desconocen lo que es la decencia. El periodista, lo que destacaba del accidente era como en España, había un millón de pozos clandestinos. Es de lo que lo que no se hablará, ni se irá a la raíz del tremendo problema, ni el por qué se consiente semejante latrocinio, que es el peor de todos, ya que se destroza, y se contamina, un recurso imprescindible para la vida de humanos y no humanos. El agua, un bien que se comercializa, es la prueba inequívoca que nuestra civilización, es la que mejor representa la muerte como futilidad, sin remisión. Cuando la muerte, es el camino histórico que generación tras generación ilumina su propio destino, para que la siguiente tenga las respuestas, del recuerdo perpetuo, y las adecue de forma beneficiosa para la vida humana. El mundo en este caso, será otro.
       
Atentamente,

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