Javier Orcajada del Castillo | Bilbo

La rigidez de los políticos les hace vulnerables

Las amenazas del ministro del Interior a los que piten al himno nacional y al rey durante la final de la Copa muestra la gran inseguridad de las autoridades, pues provocan una tentación insuperable en los espectadores juveniles presentes, porque para ellos supone gozar por unos momentos de la erótica de humillar a los que mandan, impunemente parapetados en la multitud. Y el Ministro traga el anzuelo como un panchito. Item más: colgar trepando la estelada en los acontecimientos multitudinarios deportivos o políticos en Catalunya o la ikurriña en los ayuntamientos navarros durante las fiestas en los lugares más inverosímiles con gran riesgo o descolgar la bandera española que las autoridades obligan a colocan en lugares disuasorios para evitar que sean arrancada, constituye una tentación ibsuperable para gente joven que busca humillar públicamente los símbolos nacionales para sustituirlos por los que pertenecen a sus sentimientos patrióticos. La persecución obsesiva por parte la policía y guardia civil de nombres de localidades que han adoptado de nuevo su denominación original vasca o catalana persiguiendo a los revoltosos que provocan estas tensiones, supone un aliciente para los jóvenes tratando de transgredir leyes o imposiciones de las autoridades centralistas obsesionadas por mantener inmutables unos principios que sólo deberían tener una importancia anecdótica. Pero la tozudez de las autoridades que se empeñan en meter el agua en una cesta constituye un aliciente que provoca reacciones desproporcionadas de los mandos policiales. . Parecería un sarcasmo que en un país que tiene problemas tan graves planteados, caigan en el divertido juego del ratón y el gato. Por ese procedimiento los jóvenes tienen asegurada la diversión emocionante provocando a los agentes que entran al trapo enfurecidos como gallos de pelea. Y así el gobierno seguirá ampliando las plantillas poiliciales. Para los jóvenes es la forma de testar su capacidad para incordiar a atléticos agentes, pero con escasa psicología, pues su misión no es pensar, no saben. Son manejados por los que ellos denominan «expertos policiales» cuya capacitación intelectual tiende a cero y hace sonreír a las policias de otros países más serios que este nuestro en el que parece que la picaresca juvenil de provocar tensión constituye el deporte nacional que consiste en enfrentarse con los atléticos servidores del orden que parecen no tener otros objetivos más solventes que cazar a los revoltosos. Et sic transit gloria mundi.

Bilatu