Javier Orcajada Del Castillo

Lecciones del lobby español al de EEUU

Los españoles siempre nos hemos sentido con complejo de inferioridad respecto a los extranjeros. Desde el cine a los aparatos de uso cotidiano hemos preferido lo foráneo. Sin embargo, no es lo correcto, pues nuestra comida es más sabrosa y sana, envidian nuestro carácter alegre y agudo, nuestro fútbol es el mejor y nuestras mujeres son las más guapas y simpáticas. Pero sí debemos aceptar que nuestras instituciones y sistemas de gobierno, como el mantenimiento del orden público se nos va la mano a veces y uno echaría de menos el bobby, el gendarme o al politzei y lo queremos copiar miméticamente. Envidiamos la institución del Lobby de los EEUU que es una manera civilizada de ejercer presión a los políticos, de forma que es preferible que las relaciones sean públicas evitándose la clandestinidad que es la fuente de la corrupción. Pero ese afán nuestro de copiar lo externo es un error, que proviene de ese complejo de inferioridad que queremos ocultar. Es bueno resaltar que poseemos un sistema más barato y que es fruto de nuestra acreditada picaresca. Nosotros, para poder influir en los políticos, grandes empresas, corporaciones u organismos mundiales hemos descubierto una forma infalible: las puertas giratorias. El fundamento es sencillo: cuando un ministro o alto cargo cesa, inmediatamente es fichado por los grandes grupos industriales y financieros. Se les retribuye razonablemente, no hacen nada más que estar y poner su nombre e imagen; y así se aprovechan los contactos y conocimientos acumulados mientras han ejercido el cargo público y en ocasiones se les encomiendan gestiones en los que entran en juego importantes contratos o una legislación más beneficiosa para la empresa a la que representa. No se requiere ninguna estructura ni legislación que encarece y alimenta el gigantismo del estado; sólo se debe contar con la colaboración de los jueces de los altos tribunales que han sido nombrados por los partidos que están o han estado en el poder. De esta manera la ciudadanía no se entera de nada y se evitan conflictos y se coloca a los exministros dignamente, para que no tengan que pasar por la humillación de tener que trabajar para vivir. Es que, además, no lo sabrían hacer por falta de costumbre.

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