No es frase mía, aunque estoy muy de cuerdo con ella, esa que dice que el hombre se siente a menudo «sujeto» (en la creencia de que decide) de una cultura que lo tiene como «objeto» (condicionado a pensar de una determinada forma). Es este el motivo por el que individuos distintos, criados en culturas diferentes, tienen opiniones sobre la vida y las relaciones diferentes, en ocasiones contrapuestas. En culturas poco evolucionadas (en general), esto sigue siendo hoy día la causa, el mejor abono, de enfrentamiento.

Vivimos una época de periodismo mediocre, vocinglero a menudo y atrincherado en sus posiciones inmóviles.

Decíamos ayer ¡basta ya! a la violencia de ETA, y es hora ya de decir también: ¡basta ya de violencia peridística!, que no ayuda a clarificar aguas que bajan muy revueltas, sino que incide en eso que nos separa, como «objeto» que somos a menudo de nuestras propias culturas.