Iñaki Uriarte | Bilbo

Manifestación no es celebración

Una manifestación es un acontecimiento popular voluntario de reivindicación y en este caso solidaridad con los prisioneros políticos vascos. Son por tanto unas horas de sacrificio, de austeridad, de evocación a su injusta y represiva situación. No es una celebración. Es por tanto más que inadmisible, indignante, incluso éticamente despreciable, y son años que lo voy observando y criticando porque en la de Bilbao, cosa que no he visto en ninguna otra de las numerosas que he asistido, es demasiado frecuente gente que acude como si fuera un festejo. No se puede admitir que se participe con vasos, obviamente robados en los bares, o con latas bebiendo en medio de la manifestación.

Es lamentable que demasiados asistentes apenas se inicia la marcha antes de 300 metros ya tienen que salirse de la multitud para repostar en el exterior de un bar cualquiera, o abandonar la misma en la Plaza Zabalburu porque hay varios bares seguidos. Es muy triste que haya personas, esto es un problema ya endémico de nuestro pueblo, la alcoholización continúa y masiva del espacio público, que no sean capaces de estar dos horas en la calle y especialmente en un acto como este sin beber. Hay incluso que pensar, situarse y solidarizarse en la restrictiva vida de los encarcelados al menos por unas horas.

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