Luismi Uharte

Mate gogoan

Eran principios de los noventa cuando nos incorporamos a Askapena. Éramos unos chavales, todavía muy tímidos, cuando entramos por primera vez en aquella sede situada en la calle Jarauta de Iruña. Fue allí donde conocimos por primera vez al Mate, aquel «señor» que nos cautivó con su historia de vida: militante revolucionario chileno de la época de Allende, miembro del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), preso político durante la dictadura y posteriormente exiliado que terminó aterrizando definitivamente en la capital de Euskal Herria.

Admirábamos a aquel compañero que un día sí y otro también, revisaba la prensa que llegaba a la sede y seleccionaba las noticias más importantes, para redactar los dossiers de coyuntura internacional que leíamos semanalmente en la organización. Tenía la gran habilidad de saber sacar el mejor jugo a todos los periódicos que pasaban por sus manos, incluso a los medios más fachas. Aquel trabajo laborioso, de hormiguita, iba acumulándose en grandes archivadores de cartón que guardábamos con mucho cuidado y cariño en nuestro pequeño almacén del fondo de la sede.

Fueron pasando los años y el activismo y la vida me abrieron otros campos de lucha, otras organizaciones, e incluso otros países… Pero siempre que volvía a Iruña, pasaba por Jarauta y visitaba la sede, porque sabía que allí estaría el Mate, sentado frente a su ordenador, con la manta sobre las piernas, leyendo con su vista cansada las últimas noticias de la actualidad internacional. Me sentaba junto a él, le dábamos un repaso a la situación en América Latina y me iba satisfecho, con las pilas cargadas.

Me acabo de enterar que el Mate se marchó, que tomo un tren sin billete de vuelta hacia un lugar desconocido. Algunos dicen que tomó un destino que estaba pendiente de transitar desde los años 70, un lugar donde por fin podrá disfrutar caminando «por las grandes alamedas». Yo, sin embargo, me lo seguiré imaginando en Iruña, al fondo de la sede, sentando frente al ordenador, redactando el último dossier, concentrado, con su manta sobre las piernas. ¡Hasta siempre comandante Mate!

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