Gerardo Hernández Zorroza

Necesidad de datos y sociedad distópica

La «nueva normalidad» promocionada desde las altas esferas se ve todavía por muchos como una protección ante la amenaza de un mundo agresivo, que se nos echa encima y parece no podemos pararlo. Amenaza, no olvidemos, creada por nosotros mismos siguiendo instrucciones de esos mismos «agentes», sin atender otros indicadores, internos estos, que nos advertían que íbamos por mal camino.

Insistir en priorizar estos datos, como se propone, entiendo nos aleja más que nos acerca a nuestro objetivo primordial que es evolucionar en consciencia, individual y colectiva.

Estamos cediendo terreno a la distopía, a esa sociedad imaginaria bajo el control de una ideología dominante y selecta que representa, por cierto, lo opuesto a la utopía.

De nosotros depende crecer como seres conscientes o seguir cediendo terreno a la distopía. A ese poder en la sombra que, como nuestros gobiernos, reclama además de confianza, nuestros datos. Especialmente los datos que les suministramos.

Una distopía, además, que crece a la par que nuestras enfermedades individuales (30% se estima son mentales) y colectivas.

Bilatu