Javier Orcajada del Castillo | Bilbo

Pedro Sánchez: pegarse un tiro en el pie

En euskara «ausarkeria» significa atrevimiento, audacia, pero con escasa reflexión. Es la perfecta descripción del perfil de Sánchez a juzgar por lo que se va conociendo de su gestión política. Es una secuencia de despropósitos, errores y rectificaciones que hacen a la ciudadanía dudar si es su manera natural de actuar. No debe recordar que es presidente gracias al apoyo de los nacionalistas catalanes y vascos, aunque tengan que taparse la nariz. Pero había que echar a Rajoy. Ahora en el poder se viene arriba y amenaza de nuevo a los catalanes con el 155 si en la Diada reivindican la independencia. No es consciente de que a quien desprecian y acusan de sedición, el expresident Puigdemont, está moviendo los cimientos de todas las estructuras del Estado, pues ha puesto ante los tribunales internacionales al magistrado Llarena, el inestable juez que ha encarcelado a los políticos catalanes que han potenciado democrática y pacíficamente el 1-O. P. Sánchez ya puede hacer retórica contra Puigdemont, a quien despreciaban como un iluminado y del que la prensa adicta frivolizaba, ahora tiene en jaque las estructuras judiciales y políticas de todo un estado miembro de la UE. En su ingenuidad Sanchez amenaza a los independentistas catalanes de nuevo con los «piolines», aunque para ello tenga que pasar de nuevo el ridículo de retirarlas ante el jolgorio de la opinión pública mundial y el rechazo de las judicaturas de las democracias mundiales. Tiene malos asesores, aunque sigue rehén de los barones que le derrocaron y volvió a recupera la Secretaría General del PSOE. Ahora ha logrado de manera rocambolesca la Presidencia del Gobierno con una minoría desoladora en el Congreso y cuyos efectos experimenta con frecuentes fracasos que le imposibilitan llevar a buen término ninguna iniciativa. De todas formas, fiel a su audacia ya se ha marcado la meta el 2030, aunque ignora si llegará a fin del 2018.

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