Javier Orcajada del Castillo | Bilbo

«Perder una batalla no es perder la guerra»

En su libro “El misterio de dos pueblos”, William Soto Santiago, desarrolla la tesis del título. Aplicándolo al brexit es evidente que quien pierda la batalla,  perderá la guerra. Parece la última esperanza que le queda a este pueblo soberbio que alardeó por triunfar históricamente en sus aventuras imperiales, pero no han sabido interpretar que la suerte es esquiva y hay que cuidarla, y puede traicionar a pesar de la agudeza con la que siempre se han desenvuelto. Un error imprevisto que no quiere reconocer Teresa May está a punto de dar al traste con toda una historia. El orgullo inglés no soportaba el papel de segundón asignado por los fundadores, pues De Gaulle siempre se opuso a considerar a Inglaterra entre los líderes de la CEE imponiendo sus impertinentes condiciones a los  miembros fundadores  del Club. Amenazaron con salirse si no se les aceptaban sus exigencias, pues contribuían a los gastos comunes con un trato privilegiado, fueron reticentes a la libre circulación de personas y otras excepciones y a pesar de todo han echado el órdago convencidos de que lo ganarían. No calcularon bien, pues incluso May dudó del brexit, porque  si dentro de la UE tendrían dificultades, ahora descubren aterrados que fuera hace mucho frío. A pesar de la paciencia y el temor de Bruselas ante una posible desbandada, los insolidarios súbditos de Su Majestad han descubierto que los perjuicios serán irreversibles si mantienen su actitud soberbia, pero, y a pesar de la lección de democracia que están dando en espacial a España a la hora de negociar la salida de la UE, rechazan la posibilidad que les brinda el Tratado de Lisboa en su artículo 50 que les permitiría continuar en el seno de la UE si aceptaran las condiciones que se les exigirían como a cualquier otro estado que lo desee. Y eso que las alternativas son el caos económico y social si abandona la UE. Han perdido la batalla al provocar a la UE y perderán la guerra y se convertirán en los mendigos europeos, aunque  llenos de dignidad. Tendrán que tomar árnica pedir auxilio a pesar del orgullo que ha sido siempre su divisa.

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