Manu Ballesteros

¡Pero como se atreven, qué se han creído!

Es imperdonable que unas y unos mindundis salidos de una espontánea protesta ciudadana vengan a dar lecciones a las familias políticas «de toda la vida», a políticos formantes de partidos centenarios, que todo lo saben y al que nadie puede a decirles que las cosas se pueden hace de otra forma más justa… ¡que des-facha-tez!.

El delito de Iglesias y Montero a sido decir en voz alta las cosas que están mal, dejando en evidencia a las viejas familias de la política, y eso no se lo perdonan, pero ha provocado algo inaudito, que esos políticos incoherentes per se, debatan sobre la coherencia, algo que ellos y ellas practican escasamente, y la maldita hemeroteca está llena de infinidades de pruebas, que además afectan a lo público en dimensiones colosales si lo comparas con la polémica que ha habido por una decisión doméstica y privada.

Se les tiene ganas por ser los pepito grillo, la mosca cojonera y que todo lo cuestionen con pruebas y evidencias incomodas, así que ahora que han pillado «cacho» los medios de comunicación que sufren «podemofobia» no van a soltar tan pronto la presa, no antes de intentar dinamitar algo tan incomodo para ellos y ellas (y tan necesario para el resto de la sociedad), y predicar esta cuestión en un auditorio lleno de sus creyentes más fieles, sumisos, temeroso, dependientes y cortos de vista que no ven más allá de sus narices, a los que quieren transmitir que «tanto dar lecciones pero al final todos iguales», argumento que utilizan los más miserables de la sociedad para justificarse y comparar sus grandes fechorías con las pequeñas debilidades humanas.

Con otra particularidad, que los que más callan en política son los que más barbaridades cometen amparados en que nunca se definen, en que todo les vale y por tanto nadie les puede pillar en un arrenuncio de estas características.

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