Koldo Campos Sagaseta

«Perturbados que actúan solos y al servicio de nadie»

Omar Mateen el neoyorquino que trabajaba para una empresa de seguridad israelí y que asesinara a 50 personas en una discoteca gay de Orlando, era un «perturbado que actuaba solo al servicio de nadie». Es el último de la serie en incorporarse a una lista interminable de asesinos que, curiosamente, responden a esas tres características.

Abrahan Lincoln, presidente de los Estados Unidos, fue asesinado en 1865 por John Wilkes, un «hombre perturbado, que actuaba solo, al servicio de nadie».

James Garfield, presidente de los Estados Unidos, fue asesinado en 1881 por Charles Guiteau, un «hombre perturbado, que actuaba solo, al servicio de nadie».

William McKinley, presidente de los Estados Unidos, fue asesinado en 1901 por León Czolgosz, un «hombre perturbado, que actuaba solo, al servicio de nadie».

John F.Kennedy, presidente de los Estados Unidos, fue asesinado en 1963 por Harvey Oswald, un «hombre perturbado, que actuaba solo, al servicio de nadie».

Otros presidentes, como Andrew Jackson en 1835; Franklin Delano Roosevelt, en 1933; Harry Truman, en 1950; Gerald Ford, en 1975; y Ronald Reagan en 1981, sobrevivieron a atentados contra sus vidas, siempre a manos de «hombres perturbados, que actuaban solos, al servicio de nadie».

Políticos como Robert Kennedy, líderes como Martin L. King, artistas como John Lennon, fueron asesinados por «hombres perturbados, que actuaban solos, al servicio de nadie».

El militar estadounidense, Thimoty McVeigh, condecorado tras la primera guerra de Iraq, que voló por los aires el edificio federal de Oklahoma era, también, un «hombre perturbado, que actuaba solo, al servicio de nadie».

Estados Unidos, obviamente, dispone del mayor arsenal en la historia de la humanidad, de «asesinos perturbados, que actúan solos y al servicio de nadie».

(Euskal presoak-Euskal Herrira)

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