Iulen Lizaso Aldalur

Presión y precipitación

Han pasado más de 40 años desde aquella primera carta de opinión dirigida al Dr. Asuero como presidente del Colegio de Médicos de Gipuzkoa, reclamándole mesura ante sus formas despectivas («prácticas de hechicería») al descalificar tratamientos, que aunque demostrados eficaces, estaban fuera de la vía oficial o formal.

Me ha vuelto a la memoria el episodio, pues presiento que detrás de lo que entiendo son juicios o prejuicios severísimos y sumarísimos respectivamente contra Josep Pámies y Mª Soledad Apaolaza «Solita» la curandera de Zegama, se dan el mismo móvil que entonces.

De ambas personas, puedo asegurar, que no existe ánimo de lucro y si un enorme afán de mantenerse en la vida a cambio de ayudar a quienes acuden con toda su carga de dolor y en la mayoría de los casos como último recurso de desahucio. No lo hago a olfato, pues de Pámies, conozco desde hace años la trayectoria humanista, entrega y logros en el tratamiento natural, sin efectos secundarios y cura de manera inequívoca, del ébola, malaria, sida… y otra más familiar en nuestro entorno, que para no impresionar más, evito nombrarla.

«Solita» inhabilitada para continuar la tradición humanista que desde hace 300 años se daba en esa familia por su saber experimental en aliviar y sanar a miles de personas a lo largo de su historia. Ha bastado el testimonio de una sola, para condenarla al mismo «vía crucis» de los hoy rehabilitados Copérnico, Bruno, Servet, Galileo…

27.000 euros de multa consumada para «Solita» y 16.000 euros, dos años de prisión e inhabilitación pide la Fiscalía para Pámies por cultivar 87 plantas de marihuana para uso terapéutico personalizado.

La historia se repite porque el móvil se mantiene. Así, de aquí a cuando con estas dos nuevas víctimas también se reconozca que todo fue un error, cuanto sufrimiento y muertes injustas y evitables se habrán dado, a causa de esa obsesiva exclusividad científico-médica.  

«Las ciencias no son sectarias. Las personas no se persiguen unas a otras por cuenta de desacuerdos en matemática. Las familias no se dividen acerca de la botánica, y la astronomía no tiende a hacer a un hombre odiar a su padre y a su madre. Nos perseguimos unos a otros sobre lo que desconocemos.» …aseguró Bob Ingersoll, sentenciando:  «Las universidades son lugares donde los guijarros son pulimentados y los diamantes empañados».

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