Eneko Astigarraga

¿Se puede hablar de movilidad en positivo?

Me lo preguntaba el otro día un buen amigo de hace más de 30 años de pedaleos paralelos, después de haber sufrido y protagonizado un conato de violencia vial con una madre automovilista estresada que trataba de arrojar a su prole a la puerta de un colegio cualquiera.

- ¿Se puede hablar de esto en positivo? ¿Sin buscar culpables, enemigos, excusas? ¿Se puede?
Buena cuestión. Es quizás la cuestión de todo este asunto. Del asunto de la motorización de la movilidad y sus consecuencias. El tributo que tenemos que pagar después de décadas de intimidación ha generado este tipo de situaciones. La violencia vial está asumida como parte de las reglas de este juego. La agresión sutil del acelerador, la explícita del claxon o la verbal están comprendidas entre las actitudes y habilidades sociales que nos han traído hasta aquí.

¿Qué podemos hacer para resolver este entuerto que lleva cegándonos toda la vida a los que ya tenemos unos años?

Desde luego, tratar de plantearse hablar de esto en positivo es un buen principio. Demuestra una actitud en la que no cabe la autojustificación o el maniqueísmo. Hablar es importante. Pero es más importante tratar de entenderse y, para eso, muchas veces las palabras no ayudan. Hace falta predisposición. Y eso es lo verdaderamente difícil, pero es el verdadero reto. Tratar de entendernos cuando hablamos, cuando escuchamos, cuando hacemos, cuando se nos hace, cuando concurrimos en un espacio sea público o privado, pero más cuando es público. Entenderse, entendernos.

Tiene triste gracia que estemos más entrenados en el desentendimiento que en el entendimiento. Nos han entrenado a defender nuestras ideas, nuestros postulados, nuestras acciones frente a los demás. Nos han entrenado a aprovechar las oportunidades, a ganar ventaja, a ganar. Y no sabemos perder. Pero es que tampoco sabemos ganar. Ejercemos la prepotencia, la intimidación, la arrogancia de maneras muy sutiles. En lo relacionado con la forma de movernos son muy evidentes. Frenar en el penúltimo segundo, pegar un acelerón para iniciar la marcha, hacer un caballito con la bici en una acera, pasar con un patinete silencioso a 25 por hora rozando al personal, mirar de reojo con desaprobación o inquina, pitar o insultar por razones relacionadas con la movilidad son cosas que estamos demasiado acostumbrados a ver, padecer o protagonizar.

Pues sí Víctor, es difícil hablar de esto en positivo porque esto lleva mucha carga de negatividad implícita, pero ya sólo plantearlo es un buen principio. Yo me voy a poner a hacerlo. Me voy a poner a favor. En positivo. Y voy a pedir permiso y voy a dar las gracias y voy a pedir perdón y voy a dar la razón. Y voy a ceder el paso y el asiento y voy a dar los buenos días y las buenas tardes y voy a sonreir y me voy a disculpar las veces que haga falta, hasta cuando no esté seguro de que tenga que hacerlo. Yo voy a empezar siendo amable. Ya sé que tú también lo vas a hacer. Lo noté en tu mirada. A ver qué tal me va. A ver qué tal nos va.

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