Iñaki San Sebastián Hormaetxea

Separatismo legal

Reconozco que este título no acaba de sonar bien. Sin embargo, los palos en las ruedas a una convivencia tranquila y normalizada, de demasiada buena gente, lo ponen una y otra vez en el candelero, al menos en Cataluña y Euskal Herria. Una verdadera pena que no deja de resultar bastante preocupante.

¿Y qué es eso del separatismo legal para este ciudadano de a pie, muy madurito ya, sin demasiado a ganar o perder? Sencillamente, lo que están haciendo tribunales y jueces españoles, en las dos nacionalidades ya mencionadas, más o menos manejados por el Gobierno estatal, con el amparo de potentes medios de comunicación. ¿No es la ley la que ha de estar siempre al servicio de las personas, ayudándoles a convivir y no por encima de ellas, complicándoles la vida? ¿A qué están jugando los poderes fácticos españoles, blandiendo torpemente una Constitución que, incluso a pesar de su vejez, podría dar mucho más juego? ¿A dónde nos está llevando una justicia tan difícil de entender, no solo en Navarra, Euskadi o Cataluña, sino también Alemania, Suiza, Holanda, Bélgica, Gran Bretaña…? Dentro de una Europa unificada, tendría que haber muchas más soluciones que el torpe manejo del palo y la zanahoria, tan del gusto del cada vez más lejano Gobierno central.

Estos días hemos visto como se agasajaba al presidente portugués, en Madrid. ¿Cómo es posible que a los dirigentes catalanes, legítimamente elegidos en las urnas, se les esté tratando a patadas, cuando Cataluña es mucho más importante para España que Portugal? Si no estoy mal informado, en los dos millones y pico de votos soberanistas está la mayoría de la juventud más dinámica y preparada, junto al catalanismo más enraizado de los mayores. ¿No suena a torpeza suicida el pisotear la ilusión de tantísima buena gente? Como si esto no fuera suficiente, al mismo tiempo la actuación de la justicia española, en Alsasua, corroe la esperanza en muchos vascos y navarros.

En fin, es triste comprobar cómo las interminables divisiones de la izquierda estatal, paralizan la capacidad de acción de un Parlamento estatal, poder legislativo, atrapado en una especie de callejón sin salida. ¿Hasta cuándo habremos de aguantar la prepotencia que ampara al separatismo legal?

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