Este pasado 26 de mayo se celebro la investidura en el aula Magna de la UPV/EHU el solemne y emotivo acto de homenaje a las nuevas doctoras y doctores, que defendieron sus tesis doctorales el pasado curso y en el que asi mismo se entregaron los premios que «reconocían» por su «interés» y labor de proyección científica e internacional, a tesis «defendidas» en un promoción anterior. Los que allí estuvimos presentes, bien como orgullosos padres o familiares en definitiva de los que quisimos acompañarles en un dia tan señalado. Pudimos escuchar por parte de las autoridades academicas diferentes y brillantes discursos, que se refirieron a los «sacrificios» y esfuerzos que para los recién y antiguos doctores había supuesto la consecución de trabajo doctoral (como vuestro primer amor, difícil de olvidar) y asimismo sobre lo que debe o debería suponer, la «importancia» de poseer en la sociedad en que vivimos un titulo doctoral. Les recordaría todas aquellas autoridades competentes, que en países de nuestro entorno (Francia o Alemania) por citar algunos, la relevancia que se les confiere a hora de obtener un puesto de trabajo, en consonancia con sus meritos. No se trata pues de lo que creo sinceras y honradas palabras, si no de contundentes y firmes hechos, para que ese «desfile» brillante y solemne de togas y birretes, no se quede solamente en eso.