Txabi Pérez

Txema Pérez gogoan

Jose Mari, Txema o Arieta, como le llamaba alguno en sus años de juventud por su dominio del balón, nació hace 66 años en un barrio ferroviario de Bilbao llamado Zabala. Sus padre Angel hizo honor a su nombre toda su vida. Con 16 años falsificó un carné de identidad, no para entrar al cine, sino para enrolarse como voluntario para defender la República. Fue apresado, herido de metralla, en la iglesia de un pueblo al lado de Gernika llamado Forua. Ahí empezó un vía crucis en campos de concentración y batallones de trabajo. Años más tarde rehizo su vida en Zabala y se casó con Puri, el amor de su vida. Luego nace Txema, con sus padres volcados en sus trabajos: el aita de tornero y la ama cosiendo. Txema era, así me lo contaron, un niño espabilado. Buen estudiante, compaginaba trabajo (entró de botones en el Banco de Vizcaya a los 14 años) y estudios de Económicas. Jugaba bien al balompié, Arieta, en la playa de Sopelana y dicen los que conocieron en esa faceta que podía haber llegado lejos como central. Llegó lejos, sí, pero en otros avatares de la vida. Su pasión por la conciencia social creció con él. Vivió el Proceso de Burgos estando en la mili ese mismo año y a partir de ahí su carrera vital fue imparable. Su solidaridad silente, férrea y humilde con todas las causas justas: su pasión por su pueblo, su incansable y pertinaz lucha por el euskara, su inquebrantable amor por los presos, (aupa Pipe), por los más desfavorecidos, por los parias de la tierra…. Estudió periodismo con amigos aquí presentes. Hizo su tesis doctoral. Cum Laude. Catedrático…. Una cima más conseguida. ¿Por qué no pides la cuenta en el banco y te vas a la Uni a dar clases?, le preguntaban. En aquellos momentos y durante muchos años un grupo de profesores asociados se reunían alrededor de una pancarta día sí y día también. Txema, en vez de al lado de un encerado, se coloco junto a ellos, día si y día también. Nunca ejerció de profesor. Txema y su universo. Eso sí que daría para otra tesis doctoral. Su querencia por el monte, por la música, por las tertulias. Sus tres grandes amores, Puri, Bego e Irati (¡Ay Irati!) fueron el sustento de su vida. Su punto débil. Jose Mari hablaba a gritos siempre callado. De carácter férreo, indomable a veces, austero, corazón de acero revestido en miel. Te vamos a echar de menos compañero, hermano, de verdad. Has luchado a brazo partido toda tu vida y aún hoy sabemos que lo sigues haciendo. Ahí, en nuestro imaginario que es casi tan real que ahora mismo, shhhhhhh, compartimos tu mismo silencio, un silencio que clama y pide alborozado abrirse paso a la emoción. Aupa Txema

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