Carlos Lázaro

Una larga jornada de reflexión de cuarenta días y cuarenta noches

Nos cuenta la Biblia que cuando Noe salió del arca tras una cuarentena de zozobra, el mundo había cambiado, se había limpiado de los males que habían provocado el Diluvio. Una nueva vida llena de posibilidades se abrió ante los viajeros del arca.

Hablando el otro día con un familiar sobre las víctimas que se está cobrando el coronavirus, le comentaba «que pena que el virus no sea selectivo y se lleve a los torturadores, a los fondos buitre, a los asesinos y violadores de mujeres, a los desahuciadores, a los borbones, a los clientes de los paraísos fiscales, a los especuladores, a los responsables de la catástrofe de Zaldibar, etc,… Así cuando acabe la cuarentena el mundo sería otro».

Nos miramos y lo comprendimos de repente : «Y por qué no»

Efectivamente, «y por qué no», al fin y al cabo siempre ha dependido de nosotros, de nuestra fuerza colectiva, de que exijamos entre todos que se cumplan nuestros derechos, que desmontemos el sistema neoliberal y el régimen del 78 y aquellos que lo sustentan. Por primera vez en mucho tiempo tenemos cuarenta días y cuarenta noches ideales para reflexionar, para organizarnos, para tomar postura frente al Capitalismo del Desastre que está usando esta circunstancia también para mantenernos en Estado de Shock Colectivo y pasarnos después la factura con los ajustes pertinentes para que el circo neoliberal siga acumulando riqueza y aumentando la desigualdad.

Además los vascos lo tenemos fácil… Urkullu ha convocado elecciones y nos va a pedir nuestra opinión sobre si queremos seguir igual o no, justo a la vuelta de la cuarentena. Aprovechemos pues, los cuarenta días y cuarenta noches de jornada de reflexión, aprovechemos las caceroladas y los tele-pintxopotes de cuadrilla, y decidamos entre todos cuáles van a ser las consecuencias reales del coronavirus.

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