Alemania, locomotora sin conductor ni vagones

Mientras continúan las conversaciones para formar un nuevo gobierno en Alemania, los datos estadísticos siguen ofreciendo una imagen de un país solvente económicamente. La riqueza crece a un ritmo cada vez mayor, el paro está en mínimos y el superávit corriente alemán, lo que vende en el exterior menos lo que compra fuera, sigue batiendo marcas. Además, las cuentas del Estado están más saneadas que nunca, con un saldo positivo el último año de nada más y nada menos que del 1,2% del PIB. La llamada locomotora alemana se mueve a toda máquina.

Que los buenos datos alemanes sean también positivos para la Unión Europea es otro debate. La decisión alemana de seguir acumulando excedentes y al mismo tiempo obligar al resto de países europeos a ahorrar para devolver sus deudas, la mayoría préstamos alemanes, está estrangulando las economías del sur de Europa y empobreciendo a su población. Esta postura cicatera profundiza los desequilibrios económicos y socava la recuperación. Ayer se volvieron a oír voces que piden un mayor gasto público alemán que estimule al resto de economías europeas, pero no parece que la petición vaya a ser atendida. Mucho más flexible se muestra el Gobierno chino que, a diferencia del alemán, sí ha comprendido que no puede seguir vendiendo mercancías al resto del mundo si no gasta parte de sus ganancias en estimular la economía de otros países. Con esa perspectiva ha decidido financiar el ambicioso proyecto Ruta de la Seda, un conjunto de inversiones que abren nuevas rutas comerciales, pero que además estimulan la economía de terceros países, de lo que tarde o temprano se beneficiará la industria china, al tiempo que sirven para reforzar su posición estratégica en el mundo.

La estrecha visión política alemana está profundizando los desequilibrios en Europa. La locomotora se mueve pero hace tiempo que no arrastra vagones.

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