Atacan al euskara por una razón y por la contraria

El Tribunal Supremo español ha dado la razón a Vox y ha confirmado en una sentencia la nulidad de varios artículos del decreto del Gobierno de Lakua sobre normalización del uso institucional y administrativo de las lenguas oficiales en las instituciones locales de la CAV. Los jueces españoles entienden que la ley promovía un «desequilibrio» en favor del euskara y contra el castellano. Consideran que esa supuesta discriminación positiva es «incompatible» con la Constitución española. Es la enésima resolución en el mismo sentido y a estas alturas nadie debería negar que se trata de una ofensiva política y judicial contra el euskara. Quienes la promueven tiene claro que lo es.

Las medidas que la sociolingüística y la comunidad científica plantean para garantizar la supervivencia y el desarrollo de una lengua minorizada como el euskara son incompatibles con la lectura que los tribunales españoles tienen sobre lo que pueden y no pueden hacer la ciudadanía y las instituciones vascas. Asimismo, las decisiones democráticas que toman de forma mayoritaria esas instituciones son claramente incompatibles con la visión que tiene Vox al respecto, pero la ultraderecha tiene la opción de lograr a través de esos tribunales un poder que la sociedad vasca le niega en las urnas. En general, en todo el mundo, los concursos públicos están condicionados por el servicio que tendrán que dar los futuros empleados públicos y, ahí, el conocimiento de las lenguas oficiales es una obligación básica. Pero CCOO y el PSE, por ejemplo, no comparten esa idea y pueden lograr que un juez español avale los intereses de un candidato que no conoce un idioma sobre los de la ciudadanía que pide utilizarlo. Dada la vuelta al mismo argumento, prohíben que un ayuntamiento priorice el euskara en sus contrataciones. Y así, todo el rato.

En definitiva, sea por la vía procedimental, destapando el tarro de las esencias o por un ventajismo desvergonzado, siempre hay una fórmula para que el supremacismo español se imponga sobre la voluntad democrática y para que el euskara, que vive una situación difícil, salga malparado. Hay que poner pie en pared y blindarlo contra estos ataques.

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