Conciliar trabajo y familia, apuesta justa y saludable

El Gobierno de Lakua ha aprobado un decreto de ayudas a la conciliación familiar y laboral que equipara los permisos de paternidad y maternidad. Es un paso en la buena dirección, por diferentes razones. Promueve la igualdad y la conciliación de las responsabilidades familiares y laborales, facilita la incorporación de la mujer al mercado de trabajo, fortalece el vínculo del hijo o hija con ambas personas progenitoras y afianza la corresponsabilidad de hombres y mujeres en el ámbito familiar, tanto en el cuidado de los hijos e hijas como en la atención a las personas que están en situación de dependencia o de extrema gravedad.

Las medidas de conciliación, tanto en el plano de los descendientes como en el de los ascendientes y dependientes, hacen contribuciones muy positivas. Los progenitores pueden dedicar más tiempo de calidad al cuidado y desarrollo de sus hijos e hijas sin que ello repercuta en sus obligaciones laborales. Se facilita que hombres y mujeres con familiares muy enfermos o dependientes puedan equilibrar sus responsabilidades familiares y laborales. Pero la vida no se reduce al binomio trabajo/familia. Ese reduccionismo es tan peligroso como injusto con la realidad. Porque toda persona necesita, más allá del trabajo y la familia, un tiempo para descansar, recargar y cultivar nuevos intereses y habilidades, un espacio para vivir una vida plena y llena de sentido comunitario.

La inercia de hábitos casi seculares dificultan unos avances en políticas de conciliación que se desarrollan con mucha lentitud. Pero no hay excusas. Armonizar la jornada de trabajo y la actividad familiar transciende el ámbito privado de las personas y de los hogares. Tiene unos efectos enormemente beneficiosos para toda la comunidad. Potenciar el equilibrio entre la vida laboral y la vida familiar, evitar que una u otra genere frustración y desencanto entre los trabajadores, es una buena inversión para alcanzar un país más justo, saludable y productivo.

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