Contra la precariedad, la autogestión suma

El grupo Hardit está compuesto por cuatro empresas pertenecientes a sectores económicos muy diferentes entre sí. Emplea a una treintena de trabajadores y el aspecto más llamativo es la filosofía que anima al grupo: no quieren reproducir la precariedad y para ello han situado en el eje de los proyectos que desarrollan a las personas que trabajan en ellos. En coherencia con esa visión de la economía, las condiciones de trabajo, la participación en gestión de la empresa, la remuneración y otros aspectos de la actividad productiva están muy alejados de los habituales en una economía como la actual, donde la precariedad es característica principal.

No es la única experiencia de este tipo en Euskal Herria. Siempre ha existido un inclinación hacia la autogestión y buena muestra de ello son las diferentes experiencias cooperativas que salpican nuestro país y que alcanzan a todos los sectores económicos. En su momento también tuvieron un gran auge las sociedades anónimas laborales. Especialmente durante la reconversión industrial, en empresas abandonadas por sus dueños, era el colectivo de trabajadores el que a menudo se hacía cargo de la gestión y la producción. De este modo se consiguieron sacar adelante muchas fábricas y talleres, y mantener gran cantidad de puestos de trabajo que de otra forma se hubieran perdido irremediablemente. Más recientemente, nuevas experiencias, como NER Group o las redes de economía social y solidaria, muestran que el impulso hacia la autogestión y la democratización de la economía de los trabajadores continúa vivo y aportando nuevos enfoques.

Todas estas experiencias demuestran que se pueden hacer las cosas de otra manera. Algunas han tenido más éxito, otras han ido flexibilizando su filosofía a medida que se asentaban. Son formas de hacer que no solo tienen presente sino que sobre todo deben tener futuro, entrando en las agendas sociales, políticas y sindicales de las que hasta ahora han estado muy alejadas.

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