Crece la amenaza autoritaria en el mundo

La primera vuelta de las elecciones en Brasil han dejado al candidato de la extrema derecha, el exmilitar Jair Bolsonaro, a un paso de ser ya presidente del país y muy cerca de lograrlo este mismo mes. Su éxito electoral se suma al de otros políticos como Donald Trump, el italiano Matteo Salvini, el austriaco Sebastian Kurz o el presidente de Filipinas Rodrigo Duterte. Todos ellos manejan discursos políticos con elementos similares: criticas a la democracia, desprecio a los derechos humanos, demonización de los inmigrantes y apuesta por «soluciones» simplistas y basadas en la mano dura. No faltan tampoco los discursos a favor de restaurar la familia y otras instituciones tradicionales. Con sus matices locales, el ascenso de la extrema derecha es tendencia mundial.

Entre las causas de esta subida se subraya la importancia de esta década de crisis económica que ha tumbado definitivamente el sueño de un futuro mejor que vendieron con entusiasmo los ideólogos de la globalización. El trabajo escasea, los sueldos caen, se encarece el coste de la vida y no se observan indicios de que vaya a mejorar. La torpe gestión de la crisis que se ha impuesto, especialmente en Europa, no ha hecho sino ahondar las diferencias sociales y el malestar general. En cualquier caso, la económica no es ni mucho menos la única razón. Los think tank de la extrema derecha llevan tiempo socavando los valores democráticos, mientras las sectas evangélicas cuestionan presupuestos científicos comúnmente aceptados y los grandes grupos de comunicación ofrecen un tratamiento de los temas de una deprimente homogeneidad que deja el camino expedito a todo tipo de discursos de apariencia radical. La izquierda continúa acomplejada y desaparecida, y allí donde ha gobernado ha sido despellejada sin piedad.

El cuestionamiento de las reglas del juego y el giro autoritario en el mundo está tomando un cariz muy preocupante, y cada vez más parecido a otros periodos históricos que condujeron al auge del fascismo y la guerra.

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