EEUU sigue agitando el avispero mundial

La presidenta de la Cámara de Representantes de EEUU, Nancy Pelosi, hizo caso omiso de las advertencias del Gobierno chino y fue a Taiwan. Pekin considera esa visita una provocación que viola el principio de «una sola China», base sobre la que se establecieron relaciones diplomáticas entre las dos superpotencias el 1 de enero de 1979. China, por su parte, ha reaccionado organizando maniobras militares que han cerrado el espacio aéreo y marítimo alrededor de la isla. Asimismo, ha prohibido la importación de alimentos taiwaneses y ha convocado al embajador estadounidense.

Razones de índole interna y externa que expliquen semejante desafío no faltan. En EEUU las elecciones de medio mandato se acercan y la Administración demócrata no las afronta con buenas perspectivas. La baja popularidad siempre se puede corregir dando una imagen dura frente a los adversarios, especialmente si se trata de China. Adicionalmente, la polémica del viaje puede servir para que la protagonista aleje el foco del escándalo en el que está envuelto su marido por tráfico de influencias en la compra de unas acciones de una empresa de semiconductores. En el ámbito exterior, da la impresión de que para contrarrestar la cada vez más evidente pérdida de influencia, EEUU ha decidido agitar el avispero mundial. Siempre habrá fuerzas políticas que verán en esa creciente inestabilidad una oportunidad para actualizar viejos agravios en los que apoyarse para modificar el statu quo.

El viaje de Pelosi nada aporta a la resolución diplomática de diferencias y conflictos. Tampoco busca defender las legítimas aspiraciones soberanistas de la ciudadanía taiwanesa. Da la impresión de que en Washington la provocación se ve como una palanca para resolver la creciente crisis interna de legitimidad causada por la polarización y, al mismo tiempo, la crisis externa provocada por la pérdida de liderazgo mundial. Lo más probable es que esa política termine siendo contraproducente y acelere su decadencia, al unir a sus adversarios y alejar a los países periféricos, donde muchos ya han padecido las intervenciones del imperialismo estadounidense. Tal vez, lo único que consiga sea incendiar el mundo.

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