El mandato de los navarros... y otros

Las valoraciones de urgencia de las elecciones del pasado domingo han de dar paso a análisis más pormenorizados y fríos, al margen de la euforia o el decaimiento de la inmediatez. Y esos análisis muestran, por ejemplo, que en el campo abertzale no se aprecia una variación de voto excesiva, si bien esta ha provocado cambios notables, como innegablemente lo es que el PNV se haya hecho con dos diputaciones y el ayuntamiento de una capital, además de conservar y consolidar los que ya gobernaba. La mayor variación cuantitativa se ha producido en el terreno unionista, en el que los hasta ahora principales partidos, PSE y PSN, y PP y UPN han sufrido una fuerte pérdida tanto de votos como de escaños. La irrupción de Podemos, que también ha afectado en mayor o menor medida a los partidos abertzales, parece haber sido determinante. La excepción, junto al relativo aguante del PSE en Gipuzkoa, ha sido el afianzamiento del PP en Gasteiz.

Y lo ha logrado con una bandera a la que se aferró al percibir el peligro de perder su «plaza fuerte». Una bandera de la que presumiblemente habría prescindido de no considerarla indispensable. El discurso del PP ha movilizado a muchos electores que de otro modo no le habrían votado, pero también concitó la oposición frontal del resto de fuerzas del Ayuntamiento, que coincidieron no solo en sus declaraciones al respecto, sino incluso en torno a una iniciativa plural como fue Gora Gasteiz, verdaderamente representativa del sentir de la sociedad gasteiztarra.

Javier Maroto mantiene el número de concejales, nueve. El resto, 18. Mientras en Nafarroa y fuera de ese herrialde pocos ponen en duda el mandato de la sociedad navarra y las fuerzas por el cambio están ratificando su intención de cumplirlo, solo quienes ya antes de las elecciones plantearon el objetivo de apear de la Alcaldía de Gasteiz a quien propone segregar a una parte de la ciudadanía siguen pronunciándose en ese sentido. Cierto es que Maroto ha logrado su mayor apoyo, pero también su mayor rechazo, el de los gasteiztarras que han votado al resto de partidos.

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