El regalo de entrenar la dialéctica, buscar marcos comunes y reconocer legados militantes
El autor de ‘No pienses en un elefante’, George Lakoff –de quien hoy Iker Bizkarguenaga recoge en un reportaje una serie de recomendaciones para sobrevivir políticamente a la ola reaccionaria que supone el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca–, hace referencia en varias partes de su obra a las cenas de navidad como terreno para dar y sufrir batallas dialécticas.
Es común que en estos encuentros personas progresistas, de izquierdas o que simplemente están fuera de la norma, se topen con otras conservadoras y reaccionarias deseosas de polemizar. El azar genético y el contraste cultural, así como decisiones discutibles de familiares y allegados, pueden forzar a una persona a callar o tener que confrontar, a menudo en desventaja, con proselitistas reaccionarios, machistas, racistas, negacionistas, supremacistas, violentos, mentirosos, cínicos… o una combinación de todas esas visiones retrógradas. Ocurrirá hoy mismo, a la noche, en miles de hogares vascos.
Muchos de los consejos que aparecen en el reportaje sirven para afrontar estas situaciones. El mencionado libro tiene todo un capítulo titulado «Cómo responder a los conservadores», que resume en las siguientes directrices: «Mostrar respeto, responder cambiando el marco, pensar y hablar en torno a los valores y decir aquello en lo que se cree».
En general, estas ideas van dirigidas a quienes no militan en la crueldad y tienen valores duales, algunos conservadores y otros progresistas. Esa gente es el objetivo de la decantación política, no los sectarios. Por eso mismo, a veces no basta con optimismo y técnicas pasivo-agresivas, se necesita confrontación o ruptura. A veces, incluso por salud mental.
No solo para resistir, también para avanzar
La lista de valores, posiciones y argumentos de Lakoff y Gil Duran están diseñadas no para resistir a las navidades, sino al nuevo mandato de Trump, a la influencia de los oligarcas tecnológicos y para rearmar a las fuerzas progresistas norteamericanas. Es decir, para un contexto, una cultura política y un momento histórico concretos, pero con un impacto global. De hecho, muchas de esas posturas pueden ser implementadas en contextos menos polarizados, no tan tóxicos y en los que, desde la discrepancia política, se pueden combinar confrontación y cooperación.
En Euskal Herria, donde la ultraderecha es residual pero tiene una creciente influencia discursiva, y donde la polifacética derecha española sigue teniendo el monopolio de ciertos poderes, las tradiciones progresistas y democráticas vascas deben alimentar la cultura democrática. Desde la ciudadanía hasta la migración, pasando por el euskara o la solidaridad intergeneracional, hay una extensa agenda en la que, manteniendo posturas ideológicas diversas, se pueden generar marcos positivos y comunes.
Menos sofisticado, quizá; tanto o más eficiente
La muerte de Ted Howell, militante republicano clave en las negociaciones de paz irlandesas y que también ayudó a la izquierda abertzale en ese ámbito, ofrece otra perspectiva ideológica y un legado distinto en las luchas por la igualdad, la justicia y la emancipación. No obstante, no se excluyen y hay puntos de conexión, como la importancia de la perseverancia.
Una última reivindicación. No se ha inventado aún una práctica cultural cualitativa y cuantitativamente mejor para sostener una visión emancipadora que medios de comunicación rigurosos y honestos. A diario, con o sin mesa de por medio, no hay una fórmula mejor para informarse, opinar y debatir, para pedir o rendir cuentas, para no ceder a la desesperanza y celebrar victorias, ni para empoderar comunidades, que estos medios. Una ayuda indispensable para no ser la persona a la que se le atraganta la dialéctica.