Elegir bien en manos de quién se deja «la joya de la corona»

La lista de cargos de Osakidetza que han dimitido, han sido cesados, han renunciado al puesto o se han escapado corriendo a otros departamentos desde 2019 es impactante. La situación de pandemia ha amortiguado el escándalo, porque la oposición, los sindicatos, los medios de comunicación y la sociedad en general han entendido que el coronavirus planteaba una prioridad absoluta, que alteraba todas las agendas y dejaba algunas demandas, por legítimas que fuesen, en un segundo plano.

No obstante, teniendo en cuenta que esa responsabilidad comunitaria no es correspondida con una actitud institucional a la altura, viendo que los escándalos en el Departamento de Salud del Gobierno de Iñigo Urkullu se suceden, conviene hacer un repaso de una gestión nefasta. El cese del director del Hospital de Basurto, Eduardo Maiz, y la dimisión del director del Hospital de Santa Marina, José Luis Sabas, por saltarse el protocolo para vacunarse ellos mismos, es el último episodio.

El perro se comió los deberes de Darpón

A finales de 2018, meses después de que se destaparan irregularidades y cuando la Fiscalía aseguraba que había indicios suficientes para hablar de fraude en algunos exámenes, dimitió la directora general de Osakidetza, María Jesús Múgica. A esta baja le siguieron las del responsable de Recursos Humanos, Juan Carlos Soto, y la de Ricardo Ituarte, director Económico. Más tarde vendría la del subdirector de Recursos Humanos, Xabier Balerdi, uno de los tres directivos citados por la Fiscalía. Estos sacrificios no sirvieron como cortafuegos. 

El consejero Jon Darpón se vio obligado a dimitir en marzo de 2019. Darpón pagó la mala gestión de esa crisis y la soberbia con la que respondió en un principio a las acusaciones de fraude. El lehendakari Urkullu afirmó que «es difícil encontrar más honestidad en el ejercicio de una responsabilidad pública» que en el recién dimitido. Regresó al sector privado, antes en IMQ y ahora en Keralty, cuyo presidente es Joseba Grajales.

La incapacidad en medio de la tragedia

Nekane Murga fue la sustituta de Jon Darpón. Y en eso llegó el coronavirus y arrasó con todo. Los errores en la gestión de la primera ola son comprensibles. No lo es la falta de transparencia, la incapacidad para responder a las preguntas más simples, el enfado permanente por tener que dar explicaciones a la sociedad sobre qué estaban haciendo y por qué. La gente estaba predispuesta a aceptar la torpeza, pero no a asumir el maltrato y el engaño. Pillada constantemente en renuncios, incapaz de resultar coherente y creíble, en aquellas ruedas de prensa Murga sufrió e hizo sufrir. 

En mayo, el director de Emergencias de Osakidetza, Jon Sánchez, dimitió tras ser denunciado por saltarse el confinamiento durante el estado de alarma. Lakua no quiso responder a la pregunta que le hizo NAIZ: «¿Osakidetza pudo tener a su jefe de emergencias ‘missing’ en plena crisis y sin explicación?». Sánchez se fugó a su casa de Castro Urdiales antes de tiempo. Mes y medio más tarde, Iñigo Urkullu y Miguel Ángel Revilla protagonizarían el «choque de codos de Kobaron».

Tras «salvar el verano» y las elecciones, con mayoría absoluta junto con el PSE pero de igual mal humor, el Ejecutivo de Urkullu se renovó y en vez de Nekane Murga entró Gotzone Sagardui. Mucho más articulada en su discurso, la segunda ola de la pandemia le ha pasado por encima. En esta ocasión hay cosas que no se deben perdonar tan fácilmente, como las decisiones tomadas para relajar las medidas de cara a «salvar la navidad» o no enfadar a algunos sectores. Lo más grave, la situación de las residencias de personas mayores, una masacre que se debía haber evitado. Además, ha mantenido la falta de transparencia y los datos sesgados.

En medio, el coordinador del programa de vigilancia y control del covid-19 y portavoz, Ignacio Garitano, abandonó el puesto por «razones personales y profesionales». Juan Luis Diego ya había dejado de ser el director general del Servicio de Salud. Poco después, Iñaki Berraondo, que había sido viceconsejero de Salud, mano derecha de Nekane Murga y asesor del lehendakari en relación a la pandemia, dejaba el cargo.

El caso de Eduardo Maiz y José Luis Sabas es tremendo. El PNV ha condenado a las estructuras de Osakidetza a la decadencia clientelar. Este país, con esta pandemia, no se pude permitir tanta desfachatez. Que todo el mundo asuma su responsabilidad.

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