Han puesto muy sencillo a la gente saber de qué lado estar

El sistema capitalista tiene serios problemas de humanidad y de viabilidad. Provoca sufrimiento en amplias capas de la sociedad. En el Estado español se ha desarrollado con profundas injusticias y grandes desequilibrios de poder. En Euskal Herria existen opciones para enmendar y corregir esos sufrimientos, esos desequilibrios y esas injusticias. Tanto por los valores generales de la sociedad vasca como por los recursos socioeconómicos que genera, se podrían garantizar estándares de vida mucho más razonables, basados en derechos básicos y sin dejar a nadie detrás. Se podría hacer sin una revolución, acordando políticas públicas que repartan mejor las cargas, sean eficientes y garanticen esos derechos. Por supuesto, también se podría hacer una revolución y hacer de esas políticas bandera de nuestra nación, pero eso es otro tema. Lo que se planteaba ayer en las calles de Euskal Herria es muy razonable y viable económicamente sin grandes transformaciones.

La relevancia, aunque sea negativa, que desde el Gobierno de Lakua y representantes de las patronales vascas han dado a la huelga de ayer ha impulsado la participación en la misma. También habrá azuzado la mala conciencia de quienes no la han secundado. Cuidado, unos porque no han querido y otros porque la precariedad que denunciaba precisamente la huelga dificulta notablemente la libertad para protestar de grandes capas de la sociedad. Los representantes del sistema capitalista en nuestra tierra, que para colmo reivindican los logros sociales contra los que ellos mismos lucharon y niegan responsabilidad en sus evidentes injusticias, plantearon la huelga en un esquema de trincheras. En la lucha de clases, en Euskal Herria hay más batalla que la que cuenta la versión oficial. Hay una potente fuerza emancipadora que lucha por derechos, una vida digna y libertad.

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