Hay fuerza para hacer algo con el país, sin mirar tanto a Madrid

Es imposible comenzar hoy una pieza editorial sin destacar que, con su decisión de empujar a la repetición electoral, Pedro Sánchez y sus asesores han quedado como unos mequetrefes políticos. Tanto si el objetivo era vaciar de votos a su izquierda y anular al independentismo como si buscaba un nuevo mandato basado en alianzas a su derecha, lo único que ha conseguido el PSOE es perder la ventaja, debilitar su posición y reforzar a una derecha totalitaria, misógina, racista, clasista y supremacista. Tan española como él, eso sí, pero si cree que ellos lo van a tratar como a uno de ellos, es que sigue sin entender qué es y cómo actúa la derecha española. En ese sentido, es de esperar que, tras repetirse el mismo bloqueo, solo que con menos argumentos y fuerza, Sánchez vuelva desde hoy a pedir al PP que le dé la mano y se abstenga. Sea sí o sea no, le van a coger el brazo.

Es normal que la prensa internacional ponga el foco en el auge y blanqueamiento de un partido de ultraderecha como Vox. Pero la crisis del Estado español tiene tanto que ver con la pervivencia del franquismo como con la única alternativa viable a esa falta de cultura democrática: la sostenida por las fuerzas a favor de la soberanía de las naciones sin estado. Quienes firmaron la Declaración de Llotja de Mar lograron ayer 29 escaños.

Euskal Herria es otra nación, aun estando atada

Aunque fuese una convocatoria totalmente incomprensible, o precisamente por ello, la mayoría social vasca ha entendido perfectamente qué había en juego en un marco desfavorable a las fuerzas vascas. Había que establecer un límite, una barrera frente al fascismo, y por eso han premiado a quienes, desde posiciones diferentes pero sin trampas, han cumplido con su mandato. Los resultados en Euskal Herria vuelven a demostrar que esta es otra nación, diferente de la española, con otros consensos y otras ambiciones democráticas.

Ayer PNV y EH Bildu fueron las alternativas elegidas mayoritariamente por la sociedad vasca para poner freno al fascismo español. Los jelkides bajan 20.000 votos pero suben en porcentaje y logran un escaño más. EH Bildu logra su quinto representante en Madrid con un resultado espectacular: a pesar de registrarse una bajada relevante en la participación, los soberanistas de izquierda suben cerca de 15.000 votos y ganan tres puntos porcentuales. La candidatura de Bel Pozueta supera los históricos resultados de Amaiur en 2011, de la misma manera que Iñaki Ruiz de Pinedo confirma su escaño y deja fuera a Mari Mar Blanco, por lo que el PP vuelve a quedar sin representantes vascos en unas elecciones en las que en el Estado han logrado una remontada. A diferencia de la mayor parte del nacionalismo español, el nacionalismo vasco es antifascista.

PSOE y Unidas Podemos sufren del mismo mal, cada cual con sus particularidades y con Más País estorbando sin fundamento en Bizkaia. Pierden los primeros más de 40.000 votos y un representante, igual que la formación morada, que se deja cerca de 60.000 votos desde abril y otro escaño. PSE y PSN bajan algo en porcentaje, mientras que Unidos Podemos baja puntos en todos los herrialdes. No es una debacle total, si se compara con algunos de los datos del Estado, pero no deja de ser una actuación muy pobre, síntoma de estar desnortados. Ni la mano dura con Catalunya ni los guiños a la derecha dan votos en Euskal Herria.

A la derecha vasca le queda el consuelo de los dos representantes de Navarra Suma, pero el experimento baja 10.000 votos en apenas medio año. La entente de UPN con PP y Ciudadanos no da para más; ni aun cuando escondan a Vox al fondo a la derecha. Y es que en Euskal Herria Vox es residual, con un 3% raspado, pero unos peligrosos 47.000 votantes que hay que vigilar para que no extiendan sus complejos y su totalitarismo.

Elevar las ambiciones al nivel del país

Nadie se puede engañar, estas son unas elecciones al Parlamento español y para elegir al inquilino de La Moncloa. Pero, aun dentro de ese marco y con esos límites, la sociedad vasca ha hablado por segunda vez para confirmar un mandato democrático: frenar al totalitarismo, parar la deriva represiva y la ola reaccionaria, intentar acordar gobiernos al servicio de los intereses de las mayorías sociales, poner los valores democráticos y los derechos humanos en el centro. En Euskal Herria se puede construir una sociedad y sus instituciones sobre esas bases desde ya. Depende de la voluntad de las fuerzas que tienen ese mandato, sin mirar tanto a Madrid.

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