Impulso ciudadano a una memoria veraz e integral

En 1995, durante una concentración de «Euskal Herria Askatu!» en Amara, un pelotazo lanzado por la Ertzaintza golpeó en el vientre a Rosa Zarra, que murió ocho días más tarde. La versión oficial atribuyó la muerte a su enfermedad y no al pelotazo que recibió de la Ertzaintza. Fue suficiente para que la Audiencia de Gipuzkoa archivará la denuncia de la familia y cerrara la investigación. Un caso más de violencia policial oculto por la impunidad.

Han sido necesarios treinta años para que en marzo de este año la Comisión de Valoración del Gobierno de Lakua reconociera finalmente que fue el pelotazo lanzado por la Ertzaintza lo que mató a Rosa Zarra, desmontando de este modo una versión oficial que se ha mantenido durante demasiado tiempo. Un reconocimiento, aunque tardío, importante porque termina con la impunidad de un crimen cometido por la policía. Una impunidad que, además del daño que ha causado a las víctimas de la violencia policial –y a la familia de Rosa Zarra, en este caso–, ha regido las actuaciones de la Ertzaintza hasta la actualidad, y que se traduce en un modus operandi represivo que todavía sigue provocando víctimas como resultado de actuaciones desproporcionadas que no son propias de una policía al servicio de la sociedad. Las consecuencias, por lo tanto, van más allá del silencio, la mentira, el desprecio y la humillación que han sufrido los familiares de las víctimas de la violencia policial, como denunciaron ayer las hijas de Rosa Zarra durante el homenaje celebrado en Amara. Durante su intervención interpelaron al entonces consejero de Interior, Juan Mari Atutxa, que se distinguió por su beligerancia contra la disidencia vasca y su defensa cerrada de la Ertzaintza, para que pida disculpas a la familia. Una reparación necesaria para cerrar todos estos años de mentira.

Euskal Herria necesita una memoria veraz e integral que se ha ido construyendo poco a poco, en gran parte gracias a la perseverancia de las familias y la postura empática adoptada por algunas víctimas de ETA que han criticado la discriminación a estas otras víctimas. El reconocimiento oficial a todas estas víctimas sigue siendo la asignatura pendiente.

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