Iruñea encabeza el cambio de cultura de la energía

El Ayuntamiento de Iruñea ha decidido crear una empresa pública con el objeto de controlar directamente el suministro de energía para consumo municipal. A medio plazo pretende también comercializar electricidad para abastecer las familias de la ciudad que sufren pobreza energética. Todo ello comprando kilovatios verdes y, si es posible, cercanos: busca un acuerdo con la Mancomunidad de Iruñea para comprarle su producción eléctrica excedentaria, aunque este camino es bastante más complicado puesto que pasa por los despachos del ministerio del ramo.

El gobierno municipal se ha embarcado en un ambicioso plan que busca acelerar la transición desde el modelo energético actual hacia otro más ecológico y democrático; persigue pasar de la generación centralizada y los combustibles fósiles –y un marco regulatorio oscuro que otorga todo el poder a las grandes empresas productoras en perjuicio de los consumidores–, a otro modelo en el que prime lo público y la generación descentralizada con fuentes de energía renovables que rebajen los costes para las familias y empresas locales. El proyecto es potente y los objetivos ambiciosos pero el medio en el que se tiene que desenvolver es endiabladamente complicado y opaco, dominado además por un oligopolio de grandes empresas. En cualquier caso, conviene mantener siempre presente que los grandes proyectos empiezan con las cuestiones más simples y en el ámbito de la cultura de la energía, los ayuntamientos tienen una importante responsabilidad dando ejemplo, tanto promoviendo el autoconsumo en edificios e instalaciones municipales, como tomando medidas que fomenten el ahorro y la eficiencia energética.

El Consistorio presidido por Joseba Asiron ha hecho una apuesta política novedosa y valiente que busca revitalizar lo público e implementar una política energética autónoma basada en el autoconsumo y la soberanía energética, llenando así de contenido social el gobierno del cambio.

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