La industria también se planta ante las eléctricas

La escalada en los precios de la electricidad se mantiene y sigue marcando el debate político. Las decisiones del Ejecutivo español han resultado ineficientes para detener esa espiral ascendente y, por lo que ha trascendido, las que probablemente tome hoy tampoco servirán para gran cosa, más allá de aliviar levemente el impacto de la subida del recibo de la luz en la familias que disponen de menos ingresos, algo que, por otra parte, también es muy importante.

Sin embargo, el Gobierno español sigue sin abordar la cuestión de fondo, que no es otra que el inmenso poder que ha otorgado a tres multinacionales para fijar los precios de la energía. Un poder que están utilizando sin ningún rubor en su contra: cada medida acordada por el Ejecutivo ha sido respondida con nuevos incrementos. Además, las eléctricas están trasladando a las industrias que más electricidad consumen estos incrementos en la factura, con el espurio fin de doblegar al Gobierno. Esa maniobra llevó a algunas empresas a tomar la decisión de parar intermitentemente la producción. Ayer, el director de la Asociación de Empresas de Gran Consumo de Energía, Fernando Soto, fue más allá y pidió a las eléctricas que ganen «un poquito menos» para que las empresas electrointensivas «dejen de perder». De este modo, volvió a situar la cuestión de los precios de la luz allí donde reside, en la capacidad que se les ha otorgado a los oligopolios eléctricos para fijar los importes a pagar. Sus declaraciones ponen de relieve, además, que el enfado de la eléctricas no tiene ninguna justificación.

La liberalización de suministros básicos impuesta por la Unión Europea contribuyó a que los intereses de las empresas privadas se impusieran al bien común. Angela Merkel definió este modelo como democracia conforme al mercado. El tiempo ha venido a mostrar que no es sino el vaciamiento de la política y de lo público en beneficio de las grandes corporaciones. Un completo fracaso.

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