La invasión de Afganistán solo deja guerra y caos

Desde que el primero de mayo comenzara la retirada de las tropas de EEUU y de la OTAN de Afganistán, la guerra se ha recrudecido en todo el país. En estos tres meses los talibanes ha conquistado una cuarta parte de los distritos del país, han afianzado su control sobre el territorio para asegurarse una posición de fuerza en unas hipotéticas negociaciones que ambas partes se muestran dispuestas a iniciar, pero que no terminan de arrancar.

La búsqueda de una victoria sobre el terreno que se haga valer en la mesa negociadora está haciendo que la guerra tenga un impacto devastador sobre la población civil, tal y como denuncia la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán. En los primeros seis meses del año ha aumentado casi un 50% el número de civiles muertos, casi la mitad de los cuales eran mujeres y niños. Casi dos terceras partes de estas muertes se atribuyen a ataques de los talibanes, aunque las fuerzas gubernamentales también son responsables de un importante número. Y lo peor de todo es que no se vislumbra ninguna fuerza capaz de detener las hostilidades. De hecho, los países limítrofes ya están sintiendo las consecuencias del conflicto. La entrada de soldados afganos que huyen hacia Pakistán o Tayikistán ya es habitual. Este último país se está preparando para una llegada masiva de refugiados, hasta 100.000 estarían dispuestos a acoger. Al mismo tiempo, ha movilizado a los reservistas para realizar maniobras militares en la frontera. En agosto tiene previstas otras maniobras fronterizas con la participación de rusos y uzbekos.

EEUU y la OTAN se han retirado de Afganistán sin honor, pero además comparten la responsabilidad de haber dejado tras de sí un Estado fallido y una guerra en expansión que amenaza la seguridad de toda la región. Las intervenciones militares no afianzan la democracia, solo son acciones criminales que contribuyen a expandir la guerra y el caos. ¿Aprenderán alguna vez la lección?

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