La OTAN profundiza su apuesta militarista
La OTAN oficializó ayer en Bruselas el relevo en la Secretaría General de la organización, en la que el ex primer ministro neerlandés Mark Rutte sustituirá al noruego Jens Stoltenberg, que ha cumplido diez años en el cargo. Entre sus logros, Stoltenberg destacó la incorporación a la Alianza de Montenegro, Macedonia, Suecia y Finlandia, así como que el número de países cuyo gasto militar supera el 2% del PIB haya pasado de tres a veintitrés. En relevo por Rutte mantiene la tradición de que la Alianza Atlántica esté encabezada por un europeo, aunque nadie duda de que en la práctica prevalecen los designios de EEUU, el socio más poderoso.
El discurso del nuevo secretario general no aportó grandes novedades a las líneas que ha defendido el bloque en los últimos tiempos. Rutte habló de intensificar el apoyo a Ucrania y cargó toda la responsabilidad del conflicto en Rusia. Restó importancia a los recientes cambios en la doctrina nuclear rusa y aprovechó la ocasión para acusar a China de mantener la industria militar de aquel país. Tildó a Pekín de «facilitador decisivo» de la guerra en Ucrania, pero omitió convenientemente calificar de ese mismo modo el apoyo militar directo de la OTAN al régimen de Kiev. En este sentido, quizás lo más novedoso de su discurso fue el hincapié que hizo en aumentar la producción militar. Abogó por incrementar el número de turnos y si fuera necesario los días laborables en el complejo militar industrial. La apuesta por incrementar la fabricación de armamento solo augura el alargamiento de los actuales conflictos y otros nuevos, toda vez que las armas, una vez manufacturadas, hay que probarlas y gastarlas en guerras. En cuanto a la posibilidad de una defensa europea, por último, se limitó a señalar que «nadie quiere duplicar lo que la OTAN ya está haciendo», con lo que enterró cualquier posibilidad de aquello que se llamó autonomía estratégica de Europa.
El acento que Rutte puso en fortalecer la industria militar y la ausencia en su discurso de cualquier mención al uso de medios políticos y diplomáticos para garantizar la seguridad y encauzar los actuales conflictos indican que la OTAN va a seguir profundizando en su apuesta militarista.