La tortura será noticia hasta dejar de ser tabú

Si en el Estado español aún hay quien de buena fe cree que la tortura no fue sistemática en Euskal Herria, escuchar el audio de la conversación entre el hombre del Cesid en Intxaurrondo (Pedro Gómez Nieto) y su jefe (Juan Alberto Perote) le será un ejercicio imprescindible. Aprenderá, por ejemplo, en qué consiste ‘la bolsa’: «Llega un momento que lo que está respirando es su monóxido de carbono, entonces se está ahogando. Los esfínteres se le abren, el tío se ahoga y encima nos está mirando, porque el quid del tema ese no es que él no vea nada. La capucha debe de ser transparente para que él vea la vida y la sensación esa de muerte que está cogiendo». Sobra decir que coronel y teniente no están hablando de un caso puntual; están definiendo un procedimiento, casi un protocolo, un sistema, por terrible que suene.

Habrá otra mucha gente a quien la difusión desde ‘Público’ le parezca improcedente (hablar de la tortura siempre queda muy impertinente) o incómodo (este extracto, como los relatos de los torturados, interpela a quien lo oye). Gente que prefiera seguir en la zona de confort del negacionismo o en la trinchera del «torturar estuvo bien».

Habría que preguntarse a cuál de estas categorías pertenecen los jueces que en diferentes instancias decidieron que este audio no tenía valor probatorio en el caso de Mikel Zabalza. Porque esto es lo dramático y a la vez revelador: lo que ayer pareció noticia de alcance lleva sobre la mesa al menos 25 años, y estrictamente solo es nuevo en su difusión sonora por los medios digitales actuales.

En el caso concreto de Zabalza, detenido y muerto en 1985, el audio fue aprehendido a Perote apenas diez años después de su detención y muerte (1995), pero cualquier intento de darle validez judicial fue en vano hasta el cierre del sumario en 2010; eran ya 25 años, el momento en que otros Estados comienzan a desclasificar sus secretos oficiales. Hoy ya han pasado 35 y el caso Zabalza sigue sin reconocimiento oficial, pero que no se engañe el Estado: esta realidad le perseguirá hasta que la afronte.

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