La vivienda es un tema vital que debe estar en la agenda

Esta semana han sido noticia en estas páginas todo tipo de noticias relacionadas con la vivienda, el mercado inmobiliario y las luchas en defensa del derecho a vivir una vida digna. Hoy mismo en Berlín tendrá lugar un referéndum para que la municipalidad pueda expropiar a los fondos inmobiliarios que tengan más de 3.000 viviendas. Los desahucios han descendido en Hego Euskal Herria en relación al año 2019, antes de la pandemia, pero por contra crecieron mucho los embargos. En la misma línea era noticia la paralización gracias a la movilización de un desahucio que iba a darse a manos de un fondo buitre en Amara. Ha habido protestas contra la especulación en la casa Ameztoia en Baigorri, que se vende por el astronómico precio de 899.000 euros, dentro de una tendencia que está poniendo en riesgo la viabilidad de negocios y las perspectivas de las familias en Ipar Euskal Herria. Para denunciarlo, el movimiento Alda ocupaba un piso turístico irregular en Biarritz. En este contexto, EH Bildu hacía pública su propuesta en el Parlamento de Gasteiz para que la Administración ejerza su derecho a comprar la VPO que sale al mercado, ampliando el parque de vivienda pública para alquiler y estableciendo mecanismos para hacer frente a las compras masivas de fondos buitre.

La noticia económica más relevante de la semana ha sido la posible quiebra del gigante inmobiliario chino Evergrande. De momento, ha salvado un plazo renegociando deuda. Se ha visto que las consecuencias en cadena de su caída serían incalculables. Es significativo que en 2021, apenas una década después de la gran crisis, una empresa totalmente desconocida para la gran mayoría de la humanidad pueda poner en riesgo la estabilidad económica y las finanzas de todo el mundo.

Por la vida de las personas y los pueblos

Los problemas sistémicos del capitalismo y su deriva neoliberal tienen consecuencias fatales para las naciones, las sociedades, las comunidades y las personas. Los expertos discrepan sobre si en el fondo hay una nueva burbuja inmobiliaria, pero la afección que este tema tiene en la vida de las personas no deja lugar a dudas: es un problema complejo que urge afrontar.

De nuevo, los sectores más desfavorecidos sufren la crueldad del sistema de forma mucho más dura. Afecta más y peor a las personas pobres, a migrantes y a mujeres. Los desahucios ofrecen una radiografía de estos perfiles más vulnerables. Es el caso de migrantes, de mujeres con familia a su cargo o de pensionistas y viudas a quienes no les alcanza el dinero. Genera problemas particulares en las diferentes generaciones: de desigualdad en la infancia, de espectativas en la juventud, de viabilidad en quienes están en edad de consolidad un proyecto vital y de riesgo entre las personas mayores. El colchón familiar está deshilachado y se utiliza cada vez más para gastos corrientes y servicios básicos.

En todo el planeta se está dando la expulsión de vecindades enteras, algo que afecta también a muchos pueblos de Euskal Herria. La gentrificación entra y sale del debate público, pero esta sigue su curso de forma constante y sin control. El urbanismo de las urbes europeas ya está absolutamente condicionado por la financiarización y el rentismo, y por el modelo de desarrollo asociado al turismo y los servicios. Ahora le toca a la costa y a otros nichos de bienestar, entre los que Euskal Herria es un caramelo. Hay que encender esa alarma, pensar estratégicamente y ser eficaces en esta lucha.

No se pueden promover legalmente la especulación y el rentismo. Hay que gravarlas, penalizarlas, hacerlas poco rentables. La ordenación del territorio no puede depender de los intereses de empresas privadas. En Irlanda, Uruguay, Quebec, Bretaña… en todo el mundo, desde las instituciones, las universidades y desde movimientos sociales, se está situando el derecho a la vivienda y el control público del mercado como una prioridad.

El empobrecimiento general tiene un reflejo directo en las espectativas vitales de comunidades y generaciones enteras, y la vivienda es un elemento central de esas opciones de sacar adelante proyectos de vida. Hay tendencias estructurales preocupantes como el retraso de la edad de emancipación, algo muy marcado en la sociedad vasca. Los problemas para sostener esa independencia se están expandiendo a otras generaciones. Emanciparse debe ser un objetivo en el que la sociedad vasca y sus instituciones inviertan recursos suficientes. Como personas, como pueblos y como pueblo.

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