Nafarroa, cambio factible o involución total

Por rango institucional y por importancia política, de todas las elecciones previstas en 2018 en Euskal Herria las más cruciales serán las que diluciden la composición del Parlamento navarro y, por ende, el Gobierno. En esa cámara se celebró ayer el último Debate de Política General de la legislatura y en él quedaron bien definidos tres bloques: un cuatripartito que va sacando adelante con nota su programa de cambio viable y sostenible, a la espera de una consolidación que permita profundizar en él; una oposición de derecha que sigue rumiando la derrota de 2015 y recurre a un discurso entre desquiciado y apocalíptico, alejado de la realidad y de la mayoría social; y un PSN que habla de «legislatura agridulce» buscando un papel de bisagra tras ejercer tres décadas como bastón –y algo más– del llamado régimen.

El vuelco institucional en Nafarroa se produjo en un momento político concreto y con alguna carambola aritmética propicia. Si bien en estos tres años y medio esas políticas de cambio han funcionado y es bien posible que aquella mayoría tan precaria se haya ensanchado a nivel social, tampoco cabe olvidar que aquellos comicios se produjeron en un contexto de fuerte desmovilización en el bando hasta entonces mayoritario por el desplome del «barcinato» y el impacto de escándalos como los de la CAN. La actual fractura en Podemos, cuya irrupción entonces fue clave, también es un factor que juega en contra.

Los próximos meses decantarán la balanza: o más cambio, con una intensidad que dependerá de la relación de fuerzas interna, o una marcha atrás que adquiriría auténtico carácter de regresión total, contrarreforma, contrarrevolución. De aquí a mayo no sería extraño, sino más bien lógico, que las fuerzas del cambio acentuaran sus perfiles propios. Ya ha ocurrido con conflictos como el del gaztetxe de Iruñea y no debería verse con dramatismo, siempre que el cambio no se ponga en entredicho. Lo realmente vital es reeditar la mayoría, impedir la involución.

Bilatu