Next Generation, un plan con muchas aristas

El programa europeo para la recuperación económica Next Generation está desbordando la capacidad de gestión gubernamental a todos los niveles. Desde el punto de vista de la normativa europea sobre ayudas de Estado, resulta bastante dudoso que se puedan subvencionar proyectos de empresas privadas con recursos públicos; pero como se trata de la recuperación económica, parece que las normas están en suspenso y todo vale. La opinión pública tampoco entiende muy bien ese afán de subvencionar a compañías solventes y por ello el Gobierno de Lakua decidió ocultar los datos de las empresas en la información que remitió al Parlamento de Gasteiz, ahondando todavía más en la sensación de arbitrariedad, improvisación y falta de transparencia.

Tampoco mejora el panorama el análisis de alguno de los proyectos estrella, como es el caso del hidrógeno verde. Se ha vendido como el gran avance para reducir drásticamente las emisiones de CO2, pero un somero examen de las materias empleadas, los costos energéticos involucrados y las emisiones capturadas –explicados en sucesivos reportajes en GARA, cuya última entrega se publica hoy– el balance es bastante pobre en términos de reducción de emisiones. Un largo y costoso viaje con pocos beneficios sociales y medioambientales palpables. El proyecto sirve únicamente para esconder el debate sobre el modelo productivo y de consumo que provoca tantas emisiones.

Si de lo que se trata es de que la Unión Europea dé dinero a las multinacionales europeas de determinadas ramas productivas, que se lo den directamente; luego ya se pedirán cuentas a los responsables. Lo que no parece serio es que para cumplir con ese dudoso fin organicen semejante enredo, estableciendo unos objetivos sin debate, ni con la comunidad científica ni con la sociedad, ocultando información de una manera infantil como hizo el Gobierno de Lakua o manipulando conceptos para que parezca sostenible e inocuo aquello que en realidad tiene muchas aristas.

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