Otra forma de hacer política en Iruñea
Tras el incomprensible primer año de legislatura perdido por los vértigos del PSN, a los que hay que sumar la anterior legislatura de Enrique Maya que supuso una rémora para Iruñea, se cumple el primer aniversario de Joseba Asiron como alcalde de la capital, y toca hacer balance. La moción de censura certificó el fin del mandato de UPN y el regreso de EH Bildu a la alcaldía junto a Geroa Bai y Contigo-Zurekin, con el apoyo externo del PSN. Aunque siguen coleando algunas decisiones tomadas por Cristina Ibarrola en partidas y obras, la ciudad ha recuperado el ritmo y la perspectiva. Este alcalde y su equipo de gobierno ejercen, su prioridad es la ciudad, los barrios y sus habitantes, tienen propuestas y rinden cuentas. Nadie puede negar que el cambio se ha notado y, salvo la derecha, todo el mundo dice que ha sido positivo para la mayoría de iruindarras.
La gobernabilidad general del herrialde también ha mejorado. Claro está que toda fuerza política gestionaría más cómoda si tuviese mayoría absoluta, y así lo acepta también Asiron. Hay temas, desde la educación hasta la memoria, en los que los avances lógicos serían más rápidos y efectivos si así fuese. Pero la necesidad de pactar entre diferentes, de empatizar con otras visiones e intereses, de establecer espacios en los que se discrepa pero donde a la vez hay que buscar fórmulas para cooperar, tiene un gran valor en términos políticos y sociales. El veto y el sectarismo han regido demasiados años en Nafarroa.
Una de las cosas que más se agradecen por parte de la ciudadanía es que las y los políticos no rehuyan los temas complejos, que no solo defiendan sus decisiones, sino que expliquen cómo ha sido el proceso, los problemas que han tenido y las soluciones que han encontrado. Que no nieguen los conflictos, que les pongan contexto y planteen soluciones y plazos. En definitiva, que no mientan, que sean realistas y ambiciosos. Asiron afronta todos los temas con ese espíritu pedagógico y honestidad, desde Los Caídos hasta las escuelas infantiles. Esa clase política y ese modelo de municipalismo es una potente fuerza de transformación en Euskal Herria.