Otra vez los bancos en el centro de la atención

Desde el momento en que aparecieron los primeros contagiados por el coronavirus, el Banco Central Europeo comenzó a tomar medidas para asegurar que el sistema no se queda sin dinero en circulación. Primero anunció que iba a comprar a los bancos privados hasta 750.000 millones de euros en deuda pública. Al parecer, de repente, esos bonos del Estado se han convertido en un lastre para la banca. Después, el BCE decidió relajar la cantidad de capital y de activos líquidos que deben mantener los bancos para que así pudieran dar más préstamos a la economía. A continuación, la práctica totalidad de gobiernos europeos anunció una línea de avales para que los bancos pudieran dar créditos con una mayor garantía, el Gobierno de Pedro Sánchez por ejemplo, 100.000 millones; evidentemente, si los préstamos que garantizan resultan fallidos, esos avales públicos cubrirán las pérdidas, es decir, una vez más el Estado pagará los platos que se rompan. Por si todo eso fuera poco, ayer el BCE decidió que los bancos no tendrán que hacer provisiones para cubrir los créditos dudosos, esto es, aquellos que se retrasen en los pagos por la situación económica o por las moratorias aprobadas, siempre que tengan garantía pública, o sea, que todo el despliegue de avales, «la mayor movilización de recursos económicos» en palabras de Sánchez, no es más que un mero apoyo a los bancos.

También ayer los bancos centrales lanzaron un plan coordinado para proporcionar dólares a los bancos que lo soliciten. Será por medio de subastas que pasarán a ser diarias. Lo sorprendente es que la semana pasada apenas se solicitaron 44 millones y esta semana la demanda ha sido de 36.265 millones. ¿A qué se debe tan espectacular cambio? ¿No los necesitarán para especular?

Resulta inaudito el enorme esfuerzo que se está haciendo para mantener un sistema financiero que en la práctica –cuando se necesita realmente financiar algo– no sirve para nada. La reforma en profundidad del sistema financiero se ha convertido en una urgencia inaplazable.

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