Para el lehendakari el rigor no es opción, es obligación

Es habitual es estos tiempos en los que la política transita a velocidad de vértigo que determinadas posiciones cambien como la brisa en otoño, con ligereza y sin vergüenza. La ciudadanía se ha acostumbrado a oír una cosa y la contraria en una misma semana, y la hemeroteca tiembla por la cantidad de embestidas que recibe. Es difícil saber a qué agarrarse, a quién creer o cuándo creer a una misma persona. Y pese a ello, en esta época casi gaseosa aún existen algunos resortes que permiten que la ciudadanía mantenga confianza en que no se ha perdido del todo la cordura. Uno de ellos es la seriedad y el rigor que se le presupone a un lehendakari.

Dos virtudes, la seriedad y el rigor, que sin embargo Iñigo Urkullu ha puesto en cuarentena en una carta, difundida por él mismo en las redes, con la que pretende fijar posición respecto a la huelga general del día 30. Frente a las demandas planteadas por ELA y LAB en representación de los convocantes del paro, el lehendakari esgrime la aprobación por el Parlamento de Gasteiz de la Ley de Vivienda, una norma que considera «pionera» y que, apostilla, fue apoyada por las formaciones que sustentan su Gobierno. Y es ahí donde patina, porque solo una votó a favor de la ley: el PSE. El otro partido del Ejecutivo, el más importante, el suyo, el PNV, votó en contra. Igual que hizo el PP. Y la nueva ley solo pudo salir adelante gracias a EH Bildu y UPyD. Es más, el portavoz jeltzale Norberto Aldaiturriaga sostuvo que se trataba de una «ley mala e imposible de realizar».

Está bien que un mandatario reconozca sus errores, y que asuma, en este caso, que lo aprobado no va a provocar el apocalipsis que su portavoz auguró semanas antes de la votación. Lo que no está bien es que un lehendakari falte a la verdad. El PNV y el propio Urkullu votaron en contra de la Ley de Vivienda que ahora exhibe de forma impúdica. Quizá le ha fallado la memoria, o puede que le haya sobrado soberbia, pero todo no vale en política, por mucho que uno aborrezca a sus interlocutores y lo que representan.

Bilatu