El Parlamento de Gasteiz ha pagado las onerosas matrículas de un curso de postgrado a los parlamentarios que así lo han solicitado. Se trata de un máster organizado por la Universidad de Deusto en colaboración con la Universidad Pontificia de Comillas y está dirigido específicamente a políticos y altos cargos. El gasto se justifica como parte de la formación prevista para los parlamentarios. No obstante, no consta que este máster se inscriba en un plan general con objetivos concretos y aprobado por el Parlamento; todo indica que responde a peticiones discrecionales de parlamentarios deseosos de mejorar su currículum personal.

Llama especialmente la atención el elevado precio de la matrícula que corre a cargo del erario público. También que algunos parlamentarios hayan recibido una beca, sobre todo, teniendo en cuenta los abultados sueldos de los cargos públicos, las dietas y otras prestaciones que reciben. Da la impresión que el pago de esta matrícula y las becas forman parte del sistema de privilegios que han organizado en beneficio propio. Además, considerando sus ingresos, esas solicitudes muestran una total falta de decoro. Más si comparamos esa actitud tan laxa en el gasto del dinero público cuando afecta a cuestiones personales, con la que suelen mantener cuando se trata de aprobar ayudas sociales, actualizar prestaciones o revertir recortes.

El máster se ha convertido en el recurso para dar a los estudios superiores un plus de exclusividad, una distinción que separa a la élite de la plebe. Esos estudios de postgrado tienen además un recorrido bidireccional: conceden prestigio al que ostenta un título de esa clase y, como contrapartida, la autoridad del alumno o alumna confiere a la universidad la fama, el realce y la consideración que necesita para seguir impartiendo titulaciones de dudoso valor académico pero de gran valor monetario. Las instituciones deberían estar al margen de esas maniobras espurias y, sobre todo, no gastar en ellas ni un euro de dinero público.