Piaspe, un mejor punto de partida para la transición
La decisión del Departamento de Industria, Transición Energética y Sostenibilidad del Gobierno de Lakua de no otorgar la declaración de impacto ambiental (DIA) para el parque eólico que la empresa noruega Statkraft planeaba construir en Piaspe es una buena noticia porque paraliza un proyecto con afecciones graves y dimensiones desproporcionadas. La negativa institucional se basa en los efectos perjudiciales que los molinos y las infraestructuras para el transporte de la energía tendrían en un entorno muy sensible medioambientalmente. En concreto, afectaría a una zona de reproducción de aves protegida.
También es un paso importante para poder retomar el debate sobre la transición energética y ecosocial desde un punto de partida mejor. Los ayuntamientos de Azpeitia, Zestoa y Errezil han mostrado su satisfacción porque se han atendido sus alegaciones. Se reafirman asimismo en su compromiso a favor de la transición energética. Porque no será en Piaspe, desde luego no con esas dimensiones ni quizás con esa empresa –aunque, por idiosincrasia y conocimiento, Statkraft no parece la peor socia en este proceso–, pero habrá que construir instalaciones eólicas y fotovoltaicas. Ese proceso debe hacerse garantizando la protección medioambiental, la participación ciudadana y que los beneficios redunden en los habitantes de los lugares donde se sitúen estas instalaciones.
La transición energética en Euskal Herria requiere de una dirección estratégica pública, negociada entre los diferentes agentes, con ambición soberanista, localizada en los territorios, democráticamente participativa y participada por las comunidades afectadas. En el marco de la emergencia climática, una estrategia de esas características debe estar alineada con lo que plantea la comunidad científica para la transición ecosocial, ser justa y equilibrada tanto en territorios como en escala, aprender de experiencias inspiradoras y eficaces, armarse frente a fatalismos dogmáticos y moralizadores de distinto signo, y blindarse frente a intereses especulativos y particulares. Está claro que no es sencillo, pero tampoco imposible. Y no hay alternativa a hacerla, con cierta urgencia además.