PNV y PSE escenificaron ayer el cierre de una alianza de cuya reedición nadie dudaba. Una vez más, el teatro de las disputas electorales en campaña ha dado paso al matrimonio de conveniencia en apenas cinco días. Lo dieron a conocer a través de un comunicado que evita la fotografía de ambas direcciones y que obvia dos puntos capitales que cambian respecto a 2019. El primero es que en esta ocasión, la alianza se forma para poder descabalgar a EH Bildu de importantes instituciones en las que ha sido primera fuerza. Gipuzkoa y Gasteiz son los máximos exponentes. El segundo es que para hacer esto posible, en muchos lugares ya no es suficiente la suma entre ambos. Requerirán el apoyo explícito del PP vasco, que con Carlos Iturgaiz al frente apenas es una sucursal de Isabel Díaz Ayuso.

Los resultados del 28M son una muestra de que es una alianza desgastada. Que no tengan reparos en apoyarse en el PP, contra quien pedirán el voto en pocas semanas, muestra que el objetivo es cerrar el paso, como sea, a EH Bildu. El movimiento está lejos de la autocrítica que Ortuzar anunció la noche electoral, lo que les puede acabar pasando factura. Lo que se presentó en su día como una alianza para gobernar con estabilidad se ha convertido en un frente para evitar que gobiernen otros, al precio de sumir varias instituciones en la inestabilidad. Porque pensar que en este país la estabilidad va a llegar de la mano del PP es una quimera, como se encargó de recordar ayer su candidato a la Diputación de Gipuzkoa. Entregar las llaves de la gobernabilidad a quienes aspiran a gobernar de la mano de Vox es una irresponsabilidad que nada tiene que ver con la voluntad expresada en las urnas.

Está por ver en qué queda esta maniobra. Puede dar réditos a corto, pero también puede ser agónica. Al fin y al cabo, la ciudadanía ha castigado este modelo agotado y ha premiado a su alternativa. EH Bildu fue la vencedora de las elecciones, salió reforzada en donde estaba gestionando y logró cotas inauditas donde tenía más resistencias. El trabajo político diario es la fórmula para seguir ganando terreno, mientras los tratos como el de ayer solo sirven para ganar tiempo.