Recrear esquemas del pasado para frenar debates de futuro

Las denominadas «serpientes de verano» adquieren en Euskal Herria formas muy particulares, más identificables con las hibernaciones tácticas de algunas fuerzas políticas que con las derretibles urgencias de los medios. La reproducción artificial de esquemas del pasado para analizar los debates del momento y los retos de futuro abocan al debate publico a formas pobres y resultados escasos. Aunque es cierto que forzar hasta estos niveles la demagogia puede provocar reacciones incontrolables en la ciudadanía. Esta semana le ha tocado al modelo turístico.

Basta contrastar titulares y resúmenes informativos con las auténticas declaraciones de los representantes de asociaciones de vecinos, de los jóvenes de Ernai, de algunos profesionales de la hostelería, de expertos en el fenómeno del turismo o de representantes de EH Bildu para ver el grado de manipulación al que se ha sometido a la sociedad vasca estos días. Alguno se lamentaba luego de que el tema «se haya politizado», cuando en realidad quería quejarse de que «los suyos» hubiesen construido una trinchera imaginaria y los hubiesen lanzado al lado de «los otros», de «los de siempre» en palabras del establishment.

En este contexto, conviene escuchar la respuesta que algunos dirigentes políticos han dado no a lo que esos otros dijeron, sino a lo que ellos prefirieron oír para sostener sus tesis. O ni siquiera sus tesis, sino su reacción más natural y aprendida. Tanto tiempo reproduciendo el manual antiinsurgente ha disecado el léxico de muchos políticos profesionales. Un análisis mínimamente honesto evidencia que los «tics del pasado» se plasman sobre todo en un lenguaje hiperbólico y peligrosamente banalizado, negacionista de cualquier problema y debate, irresponsable por definición. ¿Qué es más del pasado, un par de parodias, cuatro pintadas y una concentración o un cargo gubernamental pidiendo que se desconvoque una movilización porque no está de acuerdo con lo que denuncia?

También hemos visto una perversión retórica muy común en nuestros debates: se establece una premisa que en realidad nadie defiende –por ejemplo, «hay quien dice que hay que incinerar a los turistas»–, y a partir de esa falsedad se construye un discurso destinado básicamente a inhibirse de toda responsabilidad, incluso si en la tarjeta de visita del personaje firmante se ostenta el título de responsable del ramo. Así hasta reproducir un relato oficial que no se corresponde con las posiciones reales de unos y otros sobre el tema del turismo –o los presos, o los derechos humanos, o las infraestructuras…–, sino con unas posiciones paródicas que son parte del relato sobre el conflicto vasco. Todo adornado de un cosmopolitismo español que, vista su ignorancia de los debates y las tendencias globales, en realidad se muestra como bien garrulo y ridículo.

Los gobiernos del PNV parecen sufrir cuando se ven representados por sus socios del PSE, aun cuando reproduzcan sus mismos discursos. Ernesto Gasco sobreactúa, el consejero Alfredo Retortillo todo lo contrario hasta que ya es tarde, y Urkullu tiene que hablar en sus vacaciones y sacar a Arantxa Tapia para mantener la imagen y la línea. Los intereses y los programas se pueden concertar, pero el talento o la capacidad de trabajo es algo más difícil.

Pese a todas las distorsiones, el debate sobre el modelo turístico es un debate ganador. Solo quien no quiera ganar puede echarlo a perder. También quien prefiera que todos pierdan antes de que el otro gane. Los riesgos son tan notorios, el momento es este y no solo aquí, hay tal abanico de medidas y experiencias en todo el mundo, las dimensiones vascas son tan apropiadas y en realidad existe una base de consenso suficiente como para dejar al posterior juego político que las medidas balanceen hacia uno u otro lado, que no ser capaces de recomponer las posiciones, el tono y el debate sería un ejemplo de mediocridad y miopía política.

Alternativas que son tendencia global

Hoy GARA se hace eco de un informe del Transnational Institute (TNI) sobre la remunicipalización de servicios que fueron privatizados. A nada que uno levante la cabeza y cambie de perspectiva un poco, verá debates globales que implican políticas públicas y proyectos comunitarios exitosos, alternativas a hacer las cosas como siempre, a las inercias y las autolimitaciones. Son esas visiones las que pueden ayudar a hacer de Euskal Herria una potencia en sostenibilidad, no solo en turismo.

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