Respeto y cuidado mutuo, en la Sanidad y más allá
Con motivo del Día europeo contra las Agresiones a Médicos y Profesionales Sanitarios, Osakidetza y el Colegio de Médicos de Nafarroa, cada uno por su lado, dieron datos relativos a las agresiones sufridas por trabajadores y trabajadoras del ámbito de la salud en Hego Euskal Herria a lo largo de 2024. Los datos preocupan por su volumen –cerca de 1.400 incidentes, casi cuatro al día– y por su evolución, ya que la cantidad de agresiones denunciadas creció tanto en Osakidetza como en Osasunbidea. Del mismo modo, hay que subrayar que, de las 283 agresiones físicas más graves registradas en Osakidetza, 221 fueron contra mujeres.
Es cierto que una mayor sensibilidad entre los y las profesionales hace que ahora se denuncien con mayor frecuencia casos que antes no se notificaban, sobre todo relativos a insultos y amenazas. Pero esto no sirve de consuelo, sobre todo teniendo en cuenta que las agresiones físicas también registran una dinámica ascendente –en Osakidetza se contabilizaron casi un centenar más que el año anterior–. Los propios afectados, que piden campañas de prevención y políticas de tolerancia cero con los agresores, apuntaron como causas más usuales el descontento con la atención recibida, la denegación, la espera y la discrepancia con los facultativos.
Las agresiones son injustificables, no tienen cabida por mucho que el estado actual de los sistemas públicos de salud deje mucho que desear. Resulta desolador tener que apelar al sentido más básico de civismo para recordar que no hay que agredir a médicos, enfermeras y resto de profesionales sanitarios. La dinámica, además, no se limita al ámbito sanitario. En enero, trabajadores sociales del Ayuntamiento de Iruñea denunciaron también un clima cada vez más agresivo, y no solo por parte de los usuarios. Todo se enmarca en un ambiente social enrarecido y, en gran medida, envilecido, una tendencia global de la que Euskal Herria no escapa. Es un caldo de cultivo para el auge de los autoritarismos, al que hay que responder desde la práctica de los valores solidarios, el respeto y el cuidado mutuo que la sociedad vasca ha asumido tradicionalmente como propios de forma orgullosa.