Sin excusas ni complejos, por la paz y la libertad

El relato de los hechos que realizan los militantes vascos Béatrice Molle-Haran y Jean-Nöel Etxeberri ‘Txetx’ sobre el desarme de ETA, por el que serán juzgados la semana próxima en París, contiene importantes lecciones. Tanto desde una perspectiva ética –sobre las causas del compromiso político–, como desde una parte más práctica –sobre la desobediencia, la negociación y la resolución de los conflictos–, la apuesta de los Artesanos de la Paz refleja bien algunas de las motivaciones que hay detrás de la acción política en favor de la paz, de la justicia y de la libertad. Euskal Herria tiene una larga e imaginativa tradición en ese sentido.

El proceso judicial ha sido impulsado por los aparatos policiales y por la sección antiterrorista de la judicatura francesa. La acusación de tenencia y transporte de explosivos es delirante desde todo punto de vista. Por eso, frente a esta pantomima, los acusados van a defender sin complejos ni excusas su labor. Ya han demostrado que a través de sus acciones se logró el objetivo del desarme. Se sabe que más tarde fue concertado con el Estado. Era la única alternativa viable al bloqueo impuesto por el PP y asumido por París. Tienen la solidaridad de su pueblo, que les apoya de forma transversal.

Según cuentan, en el juicio van «a recordar que ya han pasado más de diez años desde el fin de ETA y que es inimaginable que la perspectiva sea que algunos presos sigan en prisión hasta 2050». Mientras eso ocurre en París, la Fiscalía de la Audiencia Nacional española presenta recursos contra las propuestas de las juntas de tratamiento de las cárceles vascas y contra las decisiones del Gobierno de Lakua de conceder a presos el tercer grado. Presos que cumplen todas las condiciones, que llevan más de veinte años de condena, con edades avanzadas y algunos con dolencias graves. Por ejemplo, Juan Carlos Subijana y Joseba Borde han tenido que ingresar de nuevo en prisión en segundo grado a cuenta de esos recursos. La presión de los lobbies de la venganza también se advierte aquí. En Madrid y en París deambulan por cuarteles y juzgados nostálgicos del pasado, despiadados y ventajistas, que ignoran que la lucha por los derechos siempre será liberadora.

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